La imagen en el tiempo
La visión
16
Durante unos días estuve trabajando intensamente en el relieve de las lanzas, sabía que me tenía que marchar para hacer las esculturas que estaban pendientes en la ciudad en donde vivía Candi. También, que iban a aprovechar que estaba haciendo el servicio militar y que las hiciera gratuitamente, conocía el poder del clero y la buena alianza que tenían con los militares.
Mientras los días iban pasando y el invierno se iba presentando cada vez con más fuerza. Aquella mañana recibía otra carta de Candi. No comprendía la causa de aquellas cartas tan intensa y profundas que ya me estaban suponiendo una separación con mi buen amigo Torcal, con el cual, ya no había tenido ninguna acercamiento más.
–Iré a verla, –pensé cuando tenía la carta en la mano que me producía una vibración especial. Atrapado en un estado de ansiedad abrí la carta, volvía a sentir aquél perfume que desde la primera carta llevaba en su interior. Sus cálidas palabras de cariño y entrega me produjeron una profunda emoción
Aquella tarde me sentía decaído y triste, no tenía ganas de trabajar y necesitaba un cambio de ambiente. Una salida a aquella situación que tanto me entorpecía mi sentir y caída en mi sensibilidad. Aquella brutalidad militar que rebajaba al hombre a niveles indignos, necesitaba acabar con las obligaciones que tenía y recoger la licencia, ser libre y poder seguir con mi ideal artístico, primero en Madrid y luego en Paris, trabajar y...
También me seguía mordiendo muy fuerte la política, las injusticias que estaba cometiendo la dictadura y pensaba unirme a grupos que hablaban de igualdad y derechos humanos, de libertad. A pesar que nunca había sido partidario de los grupos de masas, me sentía libertario, como un libre pensador que estaba a favor de una línea más liberada sobre los derechos humanos y la justicia social.
Por otra parte, la filosofía existencial se estaba desarrollando como corriente de pensamiento en las universidades como protesta a los poderes impuestos por las armas en su desarrollo fascista desde la segunda guerra mundial. Aquél movimientos clandestinos me parecía atractivo, veía en ellos un principio de valores morales, incluso espirituales de cambio…
Comprendía que algo estaba cambiando en mi interior sin que quisiera admitirlo. El desarrollo espiritual, los nuevos caminos de las paraciencias que a pesar de los nuevos entornos en que se desenvolvían eran tan viejos como el propio ser. Ya en tiempos lejanos –viejas culturas–, mucho antes de nuestra era cristiana los filósofos ya hablaban de esta verdad espiritual que traspasa la barrera de la muerte en una rueda de reencarnaciones. Y, en aquellos momentos mi amigo Pepe con su mente estructurada y científica encontraba siempre la causa de todo acontecer, justificantes de una cantidad de acontecimientos controlados por el espíritu y sus leyes.
En aquellos momentos comprendía que mi mente estaba atrofiada, no quería pensar, tampoco tenía ganas de trabajar. Pensé en ir a dibujar a bellas artes para vitalizarme y quitar de mi mente negatividad que me atrapaba. Motivado con aquellas ideas salí del cuartel, debajo del brazo llevaba mi carpeta de dibujo. Fui a dar un paseo por el puerto, el mar siempre había sido para mí un buen estimulante y me trasportaba a recuerdos y vivencias que no recordaba él haber vivido en mi realidad consciente que me envolvían en emotividad y nostalgias. Comprendía que desde que había hecho amistad con Pepe era como si se abriesen nuevos senderos para mi vida, atrapado en meditaciones de mi infancia que siempre me habían pasado desapercibidas.
Continuaba paseando por unos hermosos jardines que estaban cerca del puerto. Me senté en un banco, era un sitio tranquilo a donde iba en muchos momentos a pensar dibujar y leer. También a recordar, era una glorieta en donde había un monumento a Curros Enrriquez. Del maestro que me había iniciado en la escultura.
Un despertar de emociones se manifestaba al leer unos escritos del poeta que tantas veces había sentido recitar. Una subida en mi sensibilidad me empujó a seguir mi camino. Atravesé la amplia avenida, crucé unas calles hasta llegar a la academia de bellas artes. En una sala había una exposición de una japonesa, me gustó. Mas la técnica que la parte creativa, había una mezcla de culturas, no tenía la viveza oriental.
– ¡Hola Manolo!
–No te había visto, –le indiqué, a la vez que giraba la cabeza.
– ¡Vienes poco, ahora!
–Sí, estoy un poco ocupado en el cuartel.
–Queríamos hablar contigo, pensamos en hacer una exposición colectiva a finales de curso.
– ¡No! –indiqué con un gesto de negatividad.
– ¿Te licencian?
–No todavía, pero tengo que ir a otra ciudad para hacer una escultura.
– ¿Puedes exponer?
–No, cuando me licencien me marcho a Madrid.
–Yo también le estoy dando vueltas a esa idea, estuve allí hace un par de meses.
–Si nos ponemos de acuerdo nos podemos ver allí.
–Yo tengo allí familia, voy a hacer una exposición de pintura con un amigo.
–Vamos a dibujar, –la indiqué con un gesto emotivo.
Entramos en la sala de dibujo y me senté en un sitio diferente del de costumbre, desde aquél lugar cogía un claroscuro que me interesaba en aquellos momentos.
–Aquí hay unas buenas sombras, –le dije a una chica que estaba a mi lado.
–Sí, resalta el contorno, perfila mejor.
El modelo era una chica joven que ya había estado de modelo en otras ocasiones. Dibujando entré en un estado de intensa quietud, la imagen de Pepe se materializaba con fuerzas en mi mente y se proyectaba en el papel que realizaba los dibujos. Tuve la sensación de sentir su media sonrisa y un fuerte escalofrío atravesó todo mi ser, cerré los ojos para meditar y vi proyectado en el papel en blanco su cara, inconscientemente cogí un carbón y esboce su retrato.
–La hora, indicó la voz del conserje que a la vez apagaba las luces, dejando la sala en penumbra.
Han pasado 55 años en que he hecho el retrato de Pepe, lo presento como tributo de cariño a los amigos y seguidores en, los caminos de la vida. Vivo recuerdo de un pasado que ha hecho cambiar el rumbo de mi vida. Aquella mediúmnidad que tanto había rechazado ya con el paso del tiempo gracias a ella iba a ser el apoyo más sólido con la ayuda de los guías que me asisten para el desarrollo de esta labor espírita en las duras pruebas que me tenía atrapado mi destino.
Mi gratitud y cariño.
15-2-201, Manolo
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