lunes, 30 de julio de 2012

La evocación matutina

Los rezos y los ritos no son lo que hacen el camino, son los que os conducen  con sus manifestaciones indicándoos que hay un camino que hacer. Escucharlos bien…, si os dejan de hablar…, seguir buscando el camino…!                             

                La evocación   matutina

Nº 1.532 -1. Lectura.   24 de junio de 2.012.

–Hermanos, estamos preparado para el trabajo matinal; también nos acompañan estos hermanos que quisieran hacer unas consultas, se sienten confundidos.

Necesitáis mucha entrega los humanos para limpiar vuestros egoísmos; esas soberbias, egos que intentan posesionar, dominar, imponer, y os arrastran hacía banales egoísmos.  Sois vosotros que en vuestro caminar debéis de abriros al encuentro de la luz, que os dé sosiego, liberando esas cargas que os producen todos vuestros sufrimientos terrenos, además, es la causa por la que estáis en materia.

Nosotros, hermanos queridos, podemos leer en vuestras mentes de la misma manera que vosotros leéis con los ojos físicos; podemos también penetrar en la realidad de aquello que ya sucedió o tiene que suceder; por esto hacemos las indicaciones. Es importante  liberar esa carga de contrariedades que os confunde, una vez liberados empezaréis a sentir con claridad la vida en el camino continuador.

Nosotros, debemos hacer las indicaciones, vosotros tenéis que hacer el trabajo,  de nada os serviría que nosotros lo hiciéramos. Esto es lo mismo que si en vez de enviar el niño al colegio vais vosotros por él, de nada le serviría al niño para su aprendizaje. Es un trabajo personal y a través de él vais depurando la parte más negativa material, vais abriendo senderos canalizadores en donde penetra con más claridad la luz que ilumina el sendero a seguir. Os hace sentir esa paz, ese calor que eleva el ánimo y separa esos pensamientos tan negativos en que continuamente estáis atrapados los humanos con vuestras pasiones deseos y liderazgos. Esta indicación es también para la asamblea espiritual, para estos hermanos que no acaban de comprender que ya no tienen materia y que siguen haciendo lo mismo que cuando la tenían. La evolución está en el espíritu y la mente, no en la materia. Mientras no se tenga bien asimilado que el cuerpo no os pertenece y que lo usáis como una herramienta para hacer un trabajo, seguiréis con esas tensiones, discusiones, mal estar, atrapados por el decaimiento y la tristeza.

Ahora pasará el guía consultar, a él que le hagan la consulta esos hermanos confusos; yo me retiraré para seguir con mi misión… Mi deseo que la luz llegue a vuestro sentir y con claridad podáis ver esa verdad de amor que flota en lo inmaterial de vuestro sentir y os enseña caminos de esperanza siempre que vosotros los deseéis y os desprendáis de esos apegos  que os cargan y condicionan al sufrimiento en lo humano. Que la luz misericordiosa nos asista  y podamos ser faro que alumbre en el camino del progreso al encuentro de la profunda verdad.
Espíritu Francisco



jueves, 5 de julio de 2012

Camino y misión

Conoceréis el siguiente paso a partir de este, en vuestro caminar   hacía vuestro interior, vuestro mejor maestro es vivir con el corazón abierto en el continuado despertar.                                     

             Camino y misión

Nº 1.403-2.   18 de Marzo de 2.010

Qué la divina luz os ilumine en estos momentos en que atmósferas muy negativas se están desarrollando en vuestro mundo terrestre produciendo oscuridad tristeza y dolor en el corazón del hombre, impidiendo el desarrollo de vuestra verdad personal en la cual tenéis que hacer ese trabajo de transformación para liberar esa carga que de reencarnaciones atrás viene pesando sobre vuestra conciencia. Es la labor que os trajo a esta materialidad para hacer el camino de liberación. Por esto, es necesario que estos caminos de luz se extiendan entre los hombres y vayan poniendo calor conocimiento y esperanza en estos momentos en que el cambio en vuestro mundo terrestre se tiene que desarrollar.
Los que tenéis estas facultades espirituales sois transmisores de esta gran verdad transformadora  de las fuerzas del espíritu que debe fortalecer senderos y abrir puertas a la esperanza a la caridad y al consuelo. Y, no a la resignación y al dolor, como está sucediendo con la mayoría de los corazones humanos.
Que la misericordia Divina haga descender a la tierra ese flujo de energía transformadora para que los hermanos que estén preparados  puedan nutrirse de esa esencia espiritual y cambiar en su interior el proceso de su vida. Con ello, abrir caminos de claridad y despertar a este amor, a esta belleza de la vida en su sendero transformador que dependerá de la labor que los materiales hagáis en la tierra, en esta misión que habéis cogido de transformación para esta materialidad.
Qué la luz del conocimiento se extienda en los caminos de la vida terrena, con ella, el amor de los hermanos espirituales que a vuestro lado os hacen llegar claridad y conocimiento para el despertar en vuestro sentir. Que hagáis llegar a los hermanos más rezagados la fortaleza y el calor para seguir en el sendero transformador; entregaros en caridad y entendimiento en su acercamiento y manifestaciones, en total desinterés, en plena ayuda.  Si os envolvéis en sus pruebas personales os atraparéis en sus sombras y a vuestro alrededor abra tristeza  mal estar y dolor. Es un trabajo personal, intransferible, único. Si realmente no tenéis la necesidad de elevar el pensamiento y la voluntad a esferas más elevadas por mucho que indiquemos nosotros y por muchas comunicaciones que se hagan en la tierra  seguirá habiendo oscuridad tristeza y dolor.
Que la luz envuelva a vuestros corazones y abra vuestro sentir y pensar por senderos de hermandad con generosidad y entrega.

Espíritu Pedro Santiago


lunes, 2 de julio de 2012

La huella del tiempo


                                              Autorretrato 1.956

La huella del tiempo quedaba registrada en la materialización de un autorretrato en las vivencias de mi juventud del año 1.956, cuando estaba muy lejos de comprender por los  senderos en que iba a circular mi vida; a pesar que yo los había determinado en un estado de claridad y lucidez, necesitaba el aprendizaje de la escuela corporal para hacer la andadura en bien de esa profunda verdad.                        

                  9  La huella del tiempo

     Atrapado por aquél decaimiento producido por el retraso de la  licencia aquella mañana estaba inquieto…, me acordé de Pepe y pensé en hablar con él sobre el estado de ansiedad en que había entrado y  me acerque a la enfermería, todavía no lo había visto.
     – ¿Está Pepe, el médico? –le preguntó a un enfermero.
    –Nosotros somos de un reemplazo nuevo, no conocemos a ningún Pepe médico, espera. Voy a consultarlo.
    –Se ha licenciado, yo me quedé en su puesto.
    – ¿Sabes donde se encuentra?
    –Me dijo que se iba a ampliar estudios a una universidad extranjera.
    Durante un rato estuve hablando con aquél hombre que era sensible y culto. A partir de aquél momento entré en un estado más profundo de tristeza; tenía que hacer algo para frenar aquel estado interior de ansiedad y en el estudio del acantilado allí modelaba un autorretrato, que hoy más de medio siglo después presento a los amigos lectores como un indicativo sobre la “huella del tiempo”
     Cada vez comprendía mejor las tertulias con mi amigo Pepe en aquellos hermosos atardeceres cerca del mar, llenos de vida y energía. Aquél fuego de Gloria, la sentía como si estuviese en mi interior y fuese una parte de mi propio sentir atrapada en un amor espiritual, del cual, materialmente no esperaba ninguna compensación sastifación  ni continuidad. Era como si sus días materiales estuviesen llegando a su fin. Era un carácter totalmente opuesto a Candi, un amor sin límites y sin esperar nada a cambio. Había aprendido que siempre que interviene la materia  surgen los egoísmos, los apegos y conflictos. El amor tumultuoso de Candi estaba lleno de contrariedades, se perdía en caminos sin salida, igual amaba que rechazaba, quería como anulaba, sentía como se insensibilizaba. En muchos momentos se manifestaba como los personajes de sus novelas. Profundos, bien organizados y con las ideas claras en sus estados de autodeterminación; en otros, movida por contrariedades que surgen al azar de los acontecimientos según determinados estados psico emocionales  que como actores en la comedia de la vida están representando un papel –el que toca en cada momento–, como si estuvieran siguiendo un guión.
     Ya había pasado un mes que me había alejado de Candi, recordaba con amor –en momentos–, en otros con mucha confusión las vivencias que habíamos tenido, los senderos por los cuales habíamos caminado juntos; las palabras de amor fidelidad y entrega…, con el sello que siempre va deseando poner el humano sobre los momentos más placenteros de la vida, queriendo retenerlos en el tiempo físico; manifestaciones que no son más que vibraciones temporales de los movimientos de la vida, los cuales, son como chispazos de luz en una noche de tormenta, con todas sus tristezas y alegrías.
El banco circular del parque con su grueso árbol en el centro. Grabado sobre su corteza frases de amor, de entrega, de eternidad. Corazones atravesados por espadas. Monigotes deformados por la mente calenturienta en un momento de frenesí. Los atardeceres con aquella luz dorada de la luna; las ofrendas de amor bañadas con lágrimas y frases ardientes en los caminos de la eternidad. Entregas confusas perdidas por los caminos de las pasiones mundanas bañadas por él ansía de poseer, deseos de dominar, controlar imponer un sistema personal que arrope nuestro sentir  y nos dé fuerzas  y poder sobre la propia dimensión de la vida en su búsqueda en lo absoluto. De aquello que está por encima de la vida y de la muerte, en un estado de conciencia que solamente se puede comprender cuando se traspasa la corteza temporal. Entonces; el placer y el dolor se convierten en elementos de reflexión para el juicio equilibrado de la conciencia profunda.
    Envuelto en estas meditaciones me desplace al faro en aquella mañana calurosa de sol, potente, de luz, y llena de vida. De esa vida interior que enriquece todo y como limpio manantial brota de nuestro interior para limpiar la mácula. Manchas que producen nuestros actos negativos; resentimientos, odios, las ambiciones con sus apegos y deseos humanos que tan duramente castigan al sentir y pensar en el corazón del hombre.
    Son las pruebas de la vida y gracias a ellas el limitado mundo del conocimiento se ensancha. Abre puertas a dimensiones ilimitadas y sus centros de energía se abren, esparcen en un universo interior. La luz brilla a través de lo que podemos dar, de la argamasa interior que forma nuestra propia potencia, siempre activa, viva en su noche de progreso, en la necesidad de dar. Por ser la satisfacción más grande del sentir; al ver en un gesto una sonrisa de amor, ternura y entrega, en donde antes solamente había mal estar agresividad y odios, llantos y tristezas. Algo estaba cambiado en lo  más profundo de mi sentir  y capacidad de comprender, de asimilar  en aquél despertar de los sentidos corporales sobre la verdad profunda del espíritu. Recordaba la media sonrisa de mi amigo pepe, su mirada profunda limpia y penetrante. Sin miedos, indicadora de profundos contenidos. En muchos momentos me crispaba, me sentía vigilado, revisado; todo aquello me hacía comprender que en mi interior había suciedad, partes oscuras, ocultas, encendiendo deseos que hacían saltar el orgullo. Mi  encuentro con Gloria, con aquél  amor vivo, tierno,  desbordado, enriquecido, desprendido, que solamente podía ser vivido a través de la mácula de los sentidos corporales. Algo nuevo y embriagador estaba surgiendo en mi interior, una nueva dimensión que me estaba enseñando a ver las cosas de la vida desde un ángulo distinto de cómo las había visto siempre abriendo amplios caminos de múltiples posibilidades.
    En lo alto de una roca del acantilado me senté para contemplar en aquella tarde la puesta de sol, dejando mudos mis sentidos corporales, ya nada era igual frente a aquél cielo azul intenso lleno de estrellas luminosas que invadían el firmamento produciendo en mi interior una llama viva, dulce, intensa, llena de amor. En medio de aquella inmensidad sentí a Gloria, allá en los inmensos confines del firmamento, en aquellas estrellas fugaces que atravesaban el espacio, focos vivos  que invariablemente ocupaban un espacio estelar. Todo aquello que la ciencia humana no había podido todavía describir. Pero que los videntes, visionarios, poetas o soñadores con sus vistas y sentidos espirituales podían manifestar, vibrar a través de sus resonancias,  comprender otros senderos y centros de vida  cada vez más alejados de las pasiones y deseos humanos. Todo se presentaba apasionante al abrir las puertas del mundo interior y caminar en sus senderos…! Comprendía que necesitaba meditar, liberarme; las normas de las leyes de los hombres me habían desconcertado, siempre sujetas a intereses determinados impuestas por las clases dominantes.
     El encuentro con Candi, en sus arrebatos de amor y dominio; sensibilidad y cultura intelectual, queriendo poner barrotes a las grandes verdades del progreso y el profundo sentir de la realidad de la vida, aceptando las envolturas y descuidando contenidos de fuerzas que están en el interior en procesos de germinación. En el casi diario correo que recibía de Candi. Las emociones, las contradicciones, pasiones y deseos, todo se abría y cerraba como una flor cuando se abría el día o llegaba la noche. Era como la brisa fresca de la mañana o el sofocante sol del mediodía. Mientras Gloria  en el silencio material de la vida llenaba de amor los momentos más dolorosos del sentir, estaba presente en todo momento como una llama viva enriquecedora en las turbulencias humanas. Era el ser interior, Candi el sentir corporal y la forma.
Por mi mente de manera machacona caminaban las palabras de Candi,  de sus últimas cartas en una sintonía de contrariedad que me desconcertaban.

    “No comprendo esta desentonada carta tuya que rompe la armonía de la dulce serenata en que se había mecido mi fantasía soñadora. No la comprendo y, sobretodo, no la merezco. La delicadeza y el buen gusto me obligan a esta explicación sin pretender forzar un solo hilo de tu voluntad, en cambiar de tono o actitud conmigo, por injusto que me parezcan algunas cosas a mi sentir.
     No fue vanidad lo que me dictó mandarte esos versos, desconozco esa estupidez y me aburren los halagos y las alabanzas. Algo más que eso busqué, sigo buscando y buscaré hasta el final de mi vida con la terquedad de los que llevamos por toda corona, la encendida estrella de la ilusión en nuestra frente. Y no necesito más. En mi sola me recreo. En la belleza infinita de mis emociones; en el mundo sereno o bravío de mis ideas, en mis fantasías… En toda mi vida  –llaga y flor– que no cambiaría por ninguna otra vida del mundo y que ningún descalabro sentimental será capaz de destruir. Una sola frase cariñosa tuya me hubiese sonado más grata que el cerrado aplauso del mundo entero.
     Si has perdido aquél vivo interés que caracterizo tu instancia  a mi lado y si he de coger por la montaña del olvido yo también, que cuando subo no vuelvo a mirar abajo. Lo quiero hacer sin remolas ni lastres de recuerdos, que siempre punzan como zarzas a los que padecemos la tonta calamidad del sentimiento. Sin nada que lo evoque es fácil olvidar el pasado, y la vida como la naturaleza vegetal se renueva en una continuada primavera.  Podrás darte el placer de destruir mi busto, que guarda la presencia de tantas falsas emociones, que creí sinceras. Tus cartas, fotos, todo lo que de ti conservo con la adoración que a los ídolos de un Dios pagano. ¿Para qué entretener más tiempo con engaños y con equivocadas piedades de nubes de humo de una mentira?
    El sábado y domingo, con un grupo de amigos hice una excursión al mar, huyendo de la muchachada fui a una playa cercana, a un paraje fresco y hermoso, a buscar el simple deseo imposible de tú presencia. No sabes lo que lamento ese recargo del servicio militar  que echa por tierra tu ilusionada marcha a Madrid.
    De regreso, pasé una hermosa tarde de mar, más allá del faro, en soledad, y como todavía no había recibido la ducha fría de tu carta última, me iluminaba de alegría y deseo que pudieras aparecer por casualidad entre las rocas o en la lejanía blanca de la playa”.

     Surgió en mi interior   un oscuro silencio al recordar aquellas palabras, un tanto desconcertadas. Había estado en el mismo sitio en que yo me encontraba. Posiblemente se había sentado en aquella roca en la cual estaba sentado, desde donde se podía contemplar el mar con amplitud. Había pisado por los mismos lugares que eran templo y estancia de mis horas liberadas de la disciplina militar. ¡Tuvo que ver las esculturas grabadas en la roca viva y nada mencionaba!  Pensaba…, a pesar de llevar en su forma el sello de mí técnica que muy bien conocía… Cuándo tantas veces le había hablado de aquellos lugares y de las esculturas grabadas en la roca viva. La confusión cada vez se cerraba más en mi interior frente a unas palabras cuyo contenido me costaba asimilar. No recordaba él haberle dicho nada negativo, y en un momento, sin consultarlo determinaba. 

Junio 2.012   Manolo.