domingo, 28 de noviembre de 2010

AGUA DE MI FUENTE

               Esta vivencia del año 1.955 en, los caminos de la vida, que había quedado arrinconada en las viejas carpetas de cartón cuando se estaba muy lejos  del nacimiento del ordenador. Se la dedico  a una persona en particular. Y, en general, a todo corazón que sufre y debe limpiar su dolor en el agua depuradora de la vida. Manantial vivo y transformador de las impurezas de nuestro más profundo sentir.

                      Agua de mi fuente.


                                                      4

Los días iban pasando en continuada inquietud en mi espera por la ansiada licencia para continuar con mi labor artística ya liberado de la obligación militar. Mientras, extraños acontecimientos me llenaban de confusión alterando mis nervios que me arrastraban hacía senderos por los cuales no deseaba andar, dada mi lucha de ideales dentro de la expresión artística.
Aquella calurosa tarde estaba esculpiendo un alto relieve en una roca en donde tenía mi estudio al aire libre y al retirarme para ver el conjunto vi a lo lejos la silueta de Torcal que se acercaba con los folios sobre los proyectos de la ópera debajo del brazo.
Sin hacer comentarios se subió encima de una roca –la más alta–, durante unos momentos estuvo mirando a su alrededor para tomar ambiente y empezó a cantar la romanza final para tenor. Una hermosa canción de amor, en la cual, la princesa era liberada del dominio de los piratas. Después de una sangrienta lucha en un mar embravecido y un anochecer tormentoso  con descarga eléctrica, todo ello dentro  un ambiente de fuerte tensión.
 Sentado en la roca y al lado de aquél relieve que estaba esculpiendo le escuchaba en silencio, siempre me había impresionado su potente voz, y más, en aquel atardecer llena de contenido en que me encontraba decaído y triste.
–Quiero tener en el escenario este ambiente, –indicó Torcal de manera impulsiva–. Quiero mantener al público con el corazón oprimido y que reviente en aplausos. El decorado de una noche tormentosa, con luna llena salpicando ráfagas de oro sobre las olas.
–Al final, a la luz de la luna la princesa cantará a dúo con el tenor una hermosa canción de amor. Con un fondo musical de cuerda, fundiéndose en un abrazo los amantes, oscurece. En medio de aquél ambiente de nostalgias  se baja el telón...
–Sí, puede ser muy interesante, –le indiqué de una manera un tanto confusa, algo me sonaba mal en mi interior–. ¿Parece que va a haber cambios?
–Sí, y fuertes, –indicó Torcal con un gesto de contrariedad.
Se había enamorado locamente de Candi y quería que tuviese un papel en la obra, para ello, tenía que hacer cambios. Candi tenía que ser una princesa judía que había sido secuestrada en un lejano país oriental por unos piratas que iban a pedir un rescate por ella.
–Quiero suavizar la dura lucha  que se va a desarrollar en el mar con la voz dulce y tierna de la princesa enamorada, en donde la esperaba un príncipe para convertirla en reina.
–La princesa debe permanecer en un gesto lleno de candor, superando aquella situación del secuestro con el pensamiento y la esperanza  de vivir intensamente aquel reinado de amor.
¿Parece que va a haber cambios en la obra? –le pregunté, había cerrado los ojos para meditar y pude ver una fuerte contrariedad que se debatía en su corazón.
–Sí, ¡y fuertes! –Indicó envuelto en cierto nerviosismo.
–Con las ideas más claras y de manera ya concreta hablé con Candi, –tienes que hacer este papel en la ópera. Ya hablé con el representante que se cuida de los teatros, de momento, ya hay varios teatros interesados en la representación. ¡Con este papel vas a ser famosa y ganar mucho dinero! Además podemos materializar este amor enloquecido  que siento por ti. Candi seguía en silencio, había bajado la cabeza y su largo y dorado pelo le tapaba la cara, estaba encantadora, pero alejada.
Esperaba con júbilo la respuesta de Candi, por el amor que sentía por ella, por la fama y dinero que iba a conseguir si representaba el papel de la princesa. – ¿Amor mío, que te pasa? –, le pregunté al ver en Candi aquél gesto de mal estar.
–Candi continuaba en un completo mutismo, cada vez su rostro se desencajaba más, tenía las manos en su cara sentí una reacción nerviosa y retiré las manos.
–Hubo una pausa y Torcal continuó con él comentario, –Candi levantó la cabeza y abrió sus dulces ojos y me miró fijamente, y me dijo. –No, no quiero tú amor, tampoco esa fama y dinero que me ofreces que lo único que haría en mi vida es hacerme sufrir. Tampoco cantaré en tu ópera, soy poetisa y le canto a la vida, a los animales, al aire y a las piedras. A los corazones humanos cuando están atrapados por la vejez el dolor o la pobreza. Mi voz y mis poemas no tienen precio, es como la luz del día o las sombras de la noche, una flor que se abre cada mañana con la luz de un nuevo sol. Le canto a la vida en mi deseo de dar esperanza y ser transmisora de esta sensibilidad  que proyecta mi alma.
La actitud de Candi rompía todos los proyectos de amor y gloria que Torcal le ofrecía. Le producía un fuerte dolor interior más por su orgullo herido que por sus sentimientos, su prestigio como tenor había hinchado su ego, se había convertido en un joven engreído.
Candi le había impresionado por su hermosura, también por su delicadeza y sensibilidad, la había conocido en un recital poético, donde mezclaba poesía y canto acompañada por el piano.
        ¿Parece que hay contrariedades? Le pregunté al ver la confusión de su mente y al hacer los relatos  entraba en unos estados nerviosos. Sabía que Torcal era un hombre luchador y práctico.
–Sí, no comprendo que Candi quiera cantar al viento, al desdichado y no rodearse de gente de dinero de la alta sociedad musical, –señaló con un gesto de contrariedad y tristeza.
–Yo no conozco físicamente a Candi, por lo que he leído en sus publicaciones es una chica sensible profunda y espiritual, vi publicado un poema sobre una escultura mía.
–Se ha enamorado tuya, –señaló Torcal con cierto sarcasmo.
–No la conozco, no es posible.
–Sí, lo es, me duele que sea mi mejor amigo que me quite la novia, –manifestó con un gesto de rabia mantenido.
– ¡Hay cambios!, –le pregunté a pesar que ya los intuía.
–La princesa va a ser Nina, es una soprano conocida y el triunfo será rotundo. 
– ¿Y Candi? – ¡no iba a...!
–Me  indicó que le devuelvas el troquel, lo necesita con urgencia para imprimir en la portada del libro “agua de mi fuente”
–Bien, lo haré mañana, –no comprendía nada, algo había cambiado en mi interior desde que había llegado el troquel a mis manos. Había sentido una sensación especial que despertaba emociones en mi sentir, además, me producía ansiedad.
A la mañana siguiente certificaba en correos el troquel, a la dirección que Torcal me había dado. Con ello, dejaba resuelto el problema de aquél pedazo de hierro que desconocía por la causa que había llegado a mis manos, pero que empezaba a intuir
Pasaban los días y no tuve más encuentros con Torcal, aquello me hacía sentir mal por la profunda amistad que nos unía. Sí, en mi interior surgían cambios que me confundían. Para dar voltaje a mi decaído ánimo y cuando el tiempo me lo permitía en lo limitado de mi libertad dada mi obligación militar iba a bellas artes a dibujar y modelar. También, a la tertulia de los jóvenes artistas en un reservado de un bar. Hablábamos de arte de filosofía espiritualidad y humanidades, se vivía un ambiente de camaradería con proyectos e ilusiones de futuro en una época que la guerra civil  había dejado mucha destrucción y grandes regueros de miseria y soledad. Los profesionales liberales habían tenido que marchar del país perseguidos por el régimen militar.
La juventud con el corazón abierto y el puño en alto se sentía obligada a trabajar en bien del progreso cultura y justicia social. Muchos compañeros ya habían pasado por los penales, éramos de una generación nacida alrededor de la guerra civil, en nuestra todavía adolescencia trabajábamos sin descanso  en bien de la libertad de pensamiento y liberación personal. La mayoría de los jóvenes éramos gente muy humilde, habíamos perdido familiares en la guerra y teníamos que trabajar duro para cubrir las necesidades materiales ayudar a las familias  y seguir con los estudios.
Las tertulias cada vez se alargaban más, había calor humano y camaradería. Los pintores exponían allí sus telas y los poetas le cantaban a la vida, se repartía lo poco que se tenía y pagaba el consumo el que tuviese dinero. Era gente humilde con riqueza interior. Acudían muchas chicas jóvenes a las tertulias, un nuevo movimiento feminista se abría en medio de aquella sociedad impositora y machista en los grupos estudiantiles, más liberales, las chicas empezaban a abrir caminos de liberación rompiendo las viejas tradiciones de una sociedad  caduca que necesitaba una remodelación. 
    

martes, 23 de noviembre de 2010

EL DOLOR MORAL

                               El dolor moral

Situación que viví con total intensidad y amargura y fue la causa que me arrastro a mi desarrollo como médium haciendo cambiar en su totalidad el rumbo de mi vida. Ya fortalecido con los guías que me asisten mis primeros trabajos espirituales fueron en dar ayuda cuando la ciencia humana no tenía respuesta para ello, a esta labor me dediqué muchos años materiales y mi energía, incluso mi casa la dediqué a esta misión de ayuda y caridad espiritual.
Indicación de un espíritu que era trasportado a los centros espirituales de ajuste para liberarle de su dolor corporal estando ingresado en un hospital especializado. Manolo
                   
                 Espíritu protector en las dos esferas  

 Espiritualmente cuando me trasportaban a los hospitales para limpiarme y liberarme de aquél dolor que no soportaba encontraba sosiego. Luego me llevaban a centros de reunión desde donde veía la realidad de lo que me pasaba en mi cuerpo físico y tenía conciencia de ello, incluso veía mi debilitada materia en aquel hospital, estaba atado y con un esparadrapo en la boca. La química que me suministraban producía una fuerte reacción en mi organismo que era molesta para los que me asistían y para la imagen de aquél centro hospitalario.
 Al volver al cuerpo físico volvía a entrar en la turbación humana producida por mi propio sufrimiento terrestre. Tenía que seguir allí hasta que un amanecer en un esplendor de luz  surgió el paro cardiaco, que ya había visto desde la casa Eterna
Una dura experiencia humana que había visto con claridad desde la esfera superior que me ayudo a comprender mi realidad y sobrellevar mejor mi prueba en lo humano en los pocos días que me quedaban de mi experiencia terrestre en aquél hospital.
 Ya desencarnado estuve en terapias de desintoxicación en los centros de ajuste de la conciencia en los hospitales espirituales. Normalizado como espíritu mi primera misión fue de dar ayuda en los hospitales terrestres a los enfermos terminales.

Grupo, los caminos de la vida.

viernes, 19 de noviembre de 2010

EL TRÁNSITO

              Nº 1.440-1. Lectura.  16 de noviembre de 2.010.

                                           El tránsito

 ¿Tonéis que hacer alguna consulta, mis hermanos?
– Sí, hermano. Para dar continuidad a los trabajos…, y ayudar a esta hermana que está quedando muy atrapada. 
¡Vemos que notas como si tuvieras  fuego en el estómago!
– Sí, hay días, y el fuego me sube hasta la boca, ahora hace unos días que no lo tengo.
¡También te vuelven los picores en la cara,  en las manos  como una corriente eléctrica!
–Si hermano, también, los ajos me escuecen y en momentos entro en estados de fuerte tristeza.
Ya te hemos indicado que te debes de acabar de desarrollar y canalizar esa energía, es curativa.  Estáis rodeados totalmente de  espíritus, incluso, de humanos que están en procesos terminales y ya el espíritu se desprende de la materia y a través de los campos fluídicos se eleva en busca de salida al sentir el cuerpo ya en su situación final. Los que habéis tomado materia y tenéis esas facultades continuamente quedáis atrapados interrumpiéndose el tránsito. Por esto, son muy importantes los trabajos de canalización para dar ayuda en el camino, formando una plataforma que sitúe los acontecimientos de la vida en su tránsito liberado del plano terreno al espiritual.
Con el  desarrollo de la canalización mediúmnimica se conseguiría un entendimiento, un desarrollo evolutivo en la identidad personal al finalizar la misión terrestre. Y, la labor que espera en la esfera superior en donde se desarrolla el proceso de la vida en su sendero evolutivo. En muchos casos son los espíritus que manejan vuestra maquinaria humana produciendo esos desajustes deterioros y sin razón aparente de acontecimientos que en la actualidad los estáis viviendo en la tierra. Es vuestro aprendizaje humano a través del cual subiréis un peldaño en vuestro orden evolutivo del conocimiento y liberación de las fuerzas más sólidas de la materialidad y los sentimientos carnales. Es la liberación del espíritu en el desarrollo de la prueba humana que en su día habéis determinado.
 Esto, está también en relación con experiencias que estáis viviendo con otros hermanos del grupo de apoyo que están siendo utilizados con un dominio sobre su materia y mente. Son vuestras pruebas humanas que mientras no se superen tendréis que reencarnar una y otra vez en cuerpo físico hasta que sea aprndida la lección.
Deseo que la luz os ilumine y abráis corazón y mente a esta verdad de amor luz y de progreso para la cual estáis en la realidad corporal. Ahora pasará el guía consultor y os hará las indicaciones…

Grupo, los caminos de la vida


martes, 9 de noviembre de 2010

PEREGRINAJE EN LAS DOS ESFERAS

      Nº1.439 - 3 y J. Lectura, los caminos de la vida, 7-11- 2.010.

                        Peregrinaje en las dos esferas

                         Desde la esfera superior


Que la Divina luz del Padre ilumine a los hombres peregrinos de la vida en su sendero de aprendizaje a través de las reencarnaciones en la historia de la humanidad y en el proceso de la vida dentro de la verdad cristiana en la labor del hermano Jesús que enseñó en la tierra, luz  y caridad. Hago este comentario dada mi labor en el cristianismo en la tierra en estos momentos que se está desarrollando una caída de valores en que el sendero debe marcar un cambio iniciático en el desarrollo de las creencias cristianas. Es desde los centros Vaticanos de donde tiene que partir esa iniciación divulgativa del evangelio, con relación a mi labor Vaticana en mi vida terrestre como cardenal de la Basílica Compostelana tuve que intervenir, incluso interferir, en los asuntos papales en el proceso de la doctrina y el estancamiento doctrinal que ha producido una situación de poder temporal dentro de la religión. Por ello, es importante que haya una elevación espiritual con entrega y lleve al necesitado un poco de calor y de esperanza, que le dé fuerzas para seguir con ilusión en los senderos de la vida corporal, luz amor y caridad. 
–El Santo Padre ayer estuvo en Santiago y hoy está en Barcelona.
Nosotros seguimos la labor que hemos iniciado en la tierra en la época del hermano Jesús, mas liberada de las influencias materiales que esas se deben de quedar en la tierra.
– hay muchos hermanos que están muy alterados por el derroche de lujo dado las necesidades que hoy hay en la tierra.
Son vuestras luchas por las ambiciones humanas. Tenéis que desligar la labor de las religiones como se desarrollan en la tierra y la labor espiritual y de enseñanza de los maestros espirituales como el hermano Jesús, en su lucha por llevar a la tierra piedad misericordia y perdón. Son vuestras ambiciones humanas que os queman y ello produce una fuerza de sujeción, con vuestro deseo que lo que pensáis lo determine la realidad imponiendo unas normas. Y, eso, mis queridos hermanos, no es el camino, el camino es la manifestación de la verdad profunda y desinteresada de caridad y entrega en bien del necesitado en ese sendero que ya habéis determinado para desarrollar en vuestra fase terrestre. Desde aquí se ve muy bien esa realidad espiritual. Por esto, nos afanamos en hacer llegar a los hombres la ayuda, esta luz regeneradora que de calma en el corazón del hombre y abra puertas de esperanza en el sentir y pensar en cada instante de vuestra vida en el desarrollo de la vida en la tierra.
–El Santo Padre debía de ser el primero que diese la enseñanza de caridad, sin tantos lujos ni poder.
Son las vivencias de la tierra, son vuestras leyes humanas que están llenas de impiedad y se encierran en cuatro intereses vánales desde donde queréis tener la plenitud en la vida material y el poder Divino. Pero, es una enseñanza hermanos queridos y a través de ellas haréis vuestro camino, hoy en la tierra. Son vuestras banalidades y afán de liderazgos que tenéis que amansar y reconducir vuestra alma en el sendero del conocimiento y de la liberación de intereses y apegos.
Ahora pasará otro hermano para cerrar este canal a través del cual hacemos llegar nuestra voz a la tierra, con nuestro deseo que la luz llegué a vuestro corazón y os abráis desinteresadamente a esta verdad de amor que nos une a los hombres y a los espíritus.

                                           Jaime, espíritu protector

Yo soy más terrenal, no estoy en esas dimensiones que se mueven en las esferas superiores. Todo ese movimiento de la tierra  llega a la zona espiritual y se compenetra en bien del progreso en el desarrollo del espíritu. Son vuestras ambiciones humanas que manejan las situaciones, instrumentalizan los sistemas y establecen un dominio para sobre guardar aquellas ideas que consideráis que son más beneficiosas en bien de un sistema, de un credo, un concepto religioso o filosófico, de la propia ciencia de la vida y conocimientos milenarios, en una forma de gobernar, de controlar, imponer. Pero hermanos míos, meditar,  para algo estáis en la escuela de la vida en una fase primaria como es la vida en la tierra.
–Ahora el Papa parece Dios…
Sí, para vosotros en la tierra.
–Él debía de dar enseñanza, ¡es tanto el lujo que lleva! Ayer estuvo en Santiago y hoy está en Barcelona.
Eso ya lo hemos indicado, son los poderes terrenos que poco tienen que ver con la realidad espiritual. Esto ya lo ha indicado este hermano superior que, en su momento había sido designado para Papa. Son vuestros egoísmos humanos, nosotros desde aquí vemos mejor el proceso, aquello que tiene un valor en la escala evolutiva. Revisamos lo que es de la tierra y que tiene que volver en la tierra. Como son las creencias, las religiones, los conceptos filosóficos, la propia ciencia humana. Los deseos ambiciones y egoísmos.  ¿Te queda algo que comentar?
–No, no nos pondremos de acuerdo en esto, tú sabes que siempre teníamos contrariedades cuando estabas en la vida corporal.
Tú hablas de la tierra y su funcionalidad, yo te hablo de espiritualidad y progreso, esos manejos de la tierra se tienen que quedar en la tierra, es solamente para la tierra.
–El Papa debiera de ser una enseñanza espiritual.
Esa es la creencia de la tierra. No es un ser divino que bajo a la tierra en misión de humildad para hacer caridad y cambiar el rumbo de la historia de la cristiandad en vuestro mundo. Lo han elegido los hombres en un concilio y su misión es defender el catolicismo en su desarrollo físico.
–La humanidad está perdiendo la fe.
Es lo que continuamente os indicamos en esta nuestra misión de divulgación, entre los hombres y los espíritus debe de abrirse caminos de entendimiento en beneficio de la evolución y el entendimiento en la tierra, dentro del acercamiento con los hermanos espirituales. Todas esas vivencias que se desarrollan en la tierra repercuten aquí en la esfera espiritual. El día que en la tierra se borren los egoísmos y posesiones de poder y liderazgos será cuando en la tierra surgirá una liberación y los hombres no necesitaran sujeciones. Es necesaria la libertad total en la tierra, que se desarrolle la espiritualidad y el ser humano que aprenda a pensar y determinar, vivir con intensidad recogiendo el fruto de su trabajo desarrollado con hermandad caridad y amor, Vivir con intensidad instante por instante en esos momentos fugaces de la vida corporal, es un aprendizaje para el alma en su misión material.
Que la luz envuelva todos vuestros sentidos y con entrega y alegría hagáis el sendero que tenéis que desarrollar en la tierra en bien del progreso y unidos a la gran familia espiritual. 

      Recibido por un médium del grupo, los caminos de la vida. 7-11-10

lunes, 8 de noviembre de 2010

EL ENCUENTRO CON PEPE Y LA BRUTALIDAD MILITAR

                    El encuentro con Pepe y la brutalidad militar.
                                             
                                                    3

Aquella noche me costó dormirme, las ideas saltaban libremente en mi mente y me costaba controlar las emociones que me arrastraban a estados de ansiedad y nervios. Por otra parte, un desconocido estado emocional me atrapaba con lejanas esperanzas y deseados sueños.
Siento que se mueve la litera en donde estaba acostado, giro la cabeza y veo unas piernas delgadas y huesudas, pero fuertes. Gestiono el cuerpo como si quisiera sacudir algo y estiró las piernas y con las manos hice unos movimientos para sentir mi realidad nerviosa y hacerme cargo de la situación y poder ver si era sueño o realidad lo que estaba viviendo y en que nivel de conciencia me encontraba. Al girar la cabeza tropecé con el amplio ventanal que estaba en mi cabecera y pude ver que la luz de un nuevo día se asomaba a través del sucio cristal. Siento un ruido de puertas seguido del sonido poco armonioso de una trompeta que tocaba diana. Voces y ruidos se sienten  a lo largo de la gran sala, y una voz gruesa y desafinada que decía, –levantaros mari…, hijos de la gran…, arriba.
Cada vez la voz era más frenética y más fuerte el ruido de los golpes. Luego, un silencio sepulcral se imponía en la oscura y sucia sala que hacían resaltar las palabras del cabo de cuartel mientras que los militares a toda prisa se vestían y se ponían firmes.
En mi medio adormecimiento giré la cabeza y veo un hombre alto y fuerte enfurecido con un grueso cinturón en sus manos pegando fuertes golpes a los que quedaban rezagados
 –Estos golpes son en mi litera –medité–, cuando estaba para levantarme. Del golpe se movió la litera como si se fuese a desmontar, allí estaba el cabo enfurecido y con el cinto en alto a punto de dejármelo caer encima.
Le miré a la cara y pude ver en sus ojos que la rabia y resentimiento le mordían por dentro. Los ojos los tenía enrojecidos, la boca media abierta y los tendones del cuello inflamados. Cerró la boca, rechinó los dientes y escupió en el suelo con voz rota y en un desafío de cobardía me dice, –desgraciado.
Yo seguía inmóvil, haciendo mi estiramiento para coger conciencia de aquella situación en que me encontraba y me costaba asimilar. El cabo sabía que por orden del coronel estaba rebajado de todo servicio y no me tenía que sujetar a la disciplina militar. Todavía estaba aquél hombre con el cinto en alto y con rabia lo dejo caer sobre la litera que la hizo tambalear. Con la bota del pie derecho pegó un fuerte golpe en el piso de madera que lo hizo retemblar, hizo un estiramiento como si estuviera creciendo y se dio la vuelta, con una potente y autoritaria voz grito. – ¡Firmes, todos! Un taconeo desorganizado rompía el bullicio de la gran sala.
Ya era día, un sol crispado y lagañoso entraba por un ángulo de la ventana que iba a parar a mis pies que todavía seguía sentado, me recosté sobre la cabecera de la litera para meditar. Sentí una profunda tristeza al recordar la expresión de rabia de aquél hombre y tuvo un pensamiento de dulzura hacía aquél ser al pensar en la amargura que tenía que haber en su corazón lejos de los valores humanos culturales y morales, evolutivos del hombre y de su progreso.
Solamente, la razón de la fuerza fruta apoyada por las armas con unas leyes “nombradas orgánicas”, hechas a la medida del todo poderoso dictador –meditaba–, puesto para salvar al pueblo de la tiranía del conocimiento y de todos los valores humanos. ¡Cómo todo mensajero de salvación estaba en la tierra por la Divina Gracia de Dios y cubierto por el sagrado palio de la religión católica lo veneraban los hombres!
Seguía en mi meditación y sentí una profunda pena al recordar que,    unos días atrás a un soldado que estaba leyendo en un pasillo y pasó un sargento y se acercó a donde se encontraba el chico, le llamó. El muchacho se puso firmes delante del sargento y cerró el libro. Era un muchacho delgado y alto, de buenos modales, comprendí  que era culto y de ciudad. El sargento le cogió el libro de la mano y se lo tiró al suelo, se puso de puntillas para llegarle a la cara y le pegó una bofetada que le dejó una marca en la cara con el grueso anillo que llevaba –obedecer es amar–, le indicó.
Yo que había visto todo al marchar el sargento me acerqué al muchacho que había quedado atrapado por cierto estado nervioso,    – ¿Qué ha pasado?, –le pregunté.
–Estaba leyendo y no había visto al sargento que me preguntó. ¿Qué haces aquí?, –el joven con voz entrecortada me indicó.
Mientras el muchacho hablaba yo me agaché y cogí el libro, en su interior puse los papeles que al caer el libro al suelo saltaron y se esparcieron de refilón pudo ver que eran apuntes sobre psiquiatría, notas sobre la neurosis de Sigmund Freup.
–No he sentido al sargento, –indicó el muchacho ya un poco más sereno–, estaba pendiente de entrar a la enfermería para hacer el servicio y mientras aprovechaba el claustro  para estudiar.
–Yo le miré a la cara y  le pregunté, – ¿Eres médico?
–Sí, preparo una tesis doctoral sobre psiquiatría, como médico estoy destinado en la enfermería.
–Yo también he tenido algunos tropiezos con esta gente, –le indiqué para quitar importancia a aquella situación.
–Me llamo pepe, –indicó el muchacho con un gesto afable.
–Yo, Manolo, –me daba cuenta que me miraba con cierta ansiedad cambiando la expresión de su cara con una amplia sonrisa.
–A Pepe le había quedado en la cara la marca hecha con el anillo y soltaba sangre, aquello me  llamó la atención. Con aquella amplia sonrisa como si me estuviese leyendo en la mente, me dijo, –esto no es nada.
Durante algún tiempo estuvimos hablando  sobre temas diversos. Filosofía, literatura, arte, humanidades. Un calor especial iba ampliando los comentarios todos ajenos al desarrollo militar.
–Soy un admirador de las artes plásticas, escribo algo y me interesa la pintura y la poesía, –indicó
–Estaba un poco extrañado por los comentarios que me hacía Pepe, –parece como si te conociera–, le indiqué.
–Sí, claro, –me indicó Pepe esbozando una amplia sonrisa–. He estudiado medicina en tu ciudad. Conozco algo de tu obra y he estado en algunas de tus exposiciones, también tengo amigos que van contigo aquí a bellas artes.
–No lo sabía, al estar durmiendo en el cuartel  estoy limitado y voy poco, –le indiqué
–Tengo que marchar, –indicó Pepe después de mirar el reloj–, tengo que pasar consulta en la enfermería. ¡Nos veremos!
Meditando sobre lo sucedido con Pepe, me quedé adormecido apoyado sobre la cabecera de la litera. Cuando abrí los ojos pudo ver que el sol ya daba en toda la litera, que un nuevo día se presentaba y tenía muchas cosas que hacer.
En mi interior sentía  mal estar, la mirada crispada del cuartelero con el cinturón en alto me llenó de pena el corazón. Entré en un estado de tristeza y de mis ojos brotaron unas lágrimas, y pensé.           – ¡Cuanta pobreza hay en el corazón del hombre!
–Pronto, reaccioné al pensar, –este sentimentalismo no me va a llevar a ninguna parte frente a la brutalidad humana y la fuerza de las armas–, en mi reflexión comprendía que la brutalidad arrastraba a más brutalidad, abría las puertas de los resentimientos y en todo ello se imponía la ignorancia como fuerza de dominio, –para hacer frente a este proceder el camino era el conocimiento y el desarrollo de la inteligencia dentro de los valores básicos del ser, –pensaba–. Desde este momento lucharé contra toda tiranía y ya finalizado el servicio militar trabajaré intensamente en bien de la libertad y de la justicia,   –me prometí en medio de aquél ambiente de degradación humana en que me encontraba.
Sabía que había surgido un movimiento de masas a raíz de la segunda guerra mundial en cuyas filas estaban involucrados intelectuales y artistas. Era como una nueva línea de pensamiento social con prioridad de los derechos humanos en una base común para todos los hombres, sin clases, creencia ni razas.
Me daba cuenta que tenía los ojos cargados y en el cuello se me hacía como un nudo que me impedía respirar con normalidad. Me levanté de aquél camastro –donde todavía estaba sentado– recogí algunas cosas y me marché.
Atravesé la gran sala llena de literas, bajé las escaleras de piedra que me llevaron al patio, allí los soldados con la marmita en la mano hacían cola para recoger el desayuno. Los cocineros con unos cucharones de hierro los metían en unas cacerolas grandes negras y sucias, llenaban el cazo y echaban el contenido en la marmita del soldado a la vez decían, –si sobra se puede repetir.
Al pasar por allí sentí una sensación de mal estar, de repugnancia. Ya llevaba tiempo que no desayunaba de aquello que le llamaban comida. Era agua, pan duro mezclado con las sobras de la comida de la noche anterior. Recordaba con  asco el día que me había salido una cucaracha en aquello que le llamaban sopa y desde  aquél día no volví a desayunar con la tropa en el cuartel.
Di unos pasos más y me paré enfrente del soldado de piedra que había hecho mi maestro, un monumento de grandes dimensiones, encima del pedestal un soldado en postura de descanso, fui bajando la vista y en el pedestal vi un escudo con el yugo  y las flechas. Más abajo, unas letras doradas, “Todo por la Patria y Dios”

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nº 1. PALABRAS Y ACONTECIMIENTOS QUE DETERMINAN

                       Palabras y acontecimientos que determinan.
                                                  
                                                            Año 1.960
 
En Madrid a los pocos días de mi llegada tuvo una inesperada visita de un amigo escritor, compañero de lucha desde la niñez. Su situación económica y social había cambiado. Estaba en el ejército, se había graduado teniente en la escala de complemento universitario y estaba destinado en Menorca, en la capital.

–Te estaba esperando, quería hablar contigo, estoy en el ejército,  –me indicó mi amigo.
     ¿Cómo te encuentras?
–Muy bien, no me gusta el ejército pero tengo la oportunidad para trabajar y seguir estudiando, acabar filosofía y letras.
–Me alegra verte así, bien…
–Ya me enteré de tus andanzas. ¡Corren las voces!
–Sí,  estuve viviendo en Paris una temporada.
–        ¿Qué proyectos tienes para el verano?
–De momento vuelvo a Francia, allí tengo cosas pendientes. Luego  pienso  ir a  Londres, para trabajar y mejorar el inglés con la idea de preparar una exposición para Nueva York. Para el otoño o la primavera próxima.
–Ven a las Baleares una temporada a trabajar, allí hablaremos sobre nuestros proyectos. Alquilaremos un sitio tranquilo para vivir y trabajar.
–Ya veremos, también tengo problemas en mi casa, y fuertes, –le indiqué.
–Bueno, estaremos en contacto por carta. Yo marcho para las Baleares dentro unos días.

Nos abrazamos después de tomar juntos unas copas. La situación de mi amigo había cambiado en su totalidad, estaba optimista y lleno de proyectos. Con una economía estabilizada que le daba su graduación de teniente, se sentía estable, podía escribir y ampliar estudios.

Me sentía mal en Madrid y a adelanté el viaje a Francia. En Paris fui a visitar a Putin que se había quedado con mi estudio. Las cosas le habían mejorado, había encontrado trabajo estable con los anticuarios en la restauración de iconos, su hija que tenía mi edad había ido a vivir a Paris con su padre.

–Te tengo que presentar a mi hija, –me dijo–. No está de acuerdo con el socialismo que se ha implantado en mi país.
–      ¡Hola! ¿Qué estas de paso? –le dije  esbozando una sonrisa con cierta ironía.
–No, temporalmente me quedo aquí, –señaló, a la vez que me daba un beso muy cariñoso.
– ¿Qué te dedicas al arte?
–No, me interesa la investigación. Estudié medicina y conseguí una plaza en un laboratorio.
Deje resbalar la vista  para ver los cambios que había en el estudio. A la vez repasar la obra que había dejado recogida. 
– ¿Quieres volver a tu estudio? –me preguntó Putin con un gesto de agradecimiento.
–No, mi destino es Londres, para perfeccionar el inglés y preparar obra para una exposición en Nueva York.

Durante los días de mi instancia en Paris, compartí muchas horas con Putin y con su hija que era hermosa y culta. Fría en sus emociones, opuesta a su padre en su alta sensibilidad.
Duro poco mi instancia  en Paris, estaba en un estado de inquietud que me daba poco sosiego  y estabilidad. Me desplacé a Estocolmo y allí compartí vivencias con un amigo pintor que me esperaba. Fueron días intensos en la labor artística.

Ya de regreso, estuve en Alemania y visité otros países  del entorno. Pronto me desplacé a Londres para seguir con mis proyectos. Algo muy fuerte había cambiado en mi interior, no tenía calma y regresé a Madrid. Mi decaimiento y desencanto iba en aumento, para reponerme decidí adelantar mi viaje a las islas baleares, aquella misma noche cogía un tren a Barcelona.

En Barcelona, al atardecer cogía  un barco  que me llevaría a Menorca en donde estaba mi viejo amigo. Era de madrugada cuando llegamos al puerto de Mahón. Allí me esperaba ya con proyectos para los dos.

– ¡Te puedes quedar en la residencia de oficiales, de momento!
–No, buscaré mientras un hotel.
–Ya tengo varias cosas apalabradas que tienes que ver.

Me instalé en un hotel sencillo que estaba en un sito tranquilo mientras no alquilábamos el apartamento. Había llevado para pintar y mientras no tenía un estudio salía al campo para hacerlo.

Allí conocí artistas jóvenes con los que tuvo acogida y  buen entendimiento.  El nivel social de mi amigo había cambiado, era oficial del ejército con 27 años, se rodeaba con chicas  cultas, de carrera, la clase alta de la isla. Se reunían en el ateneo los intelectuales donde se celebraban exposiciones y actos culturales.
Pronto encontramos lo que buscábamos,  –mejor de lo esperado–. Un pequeño chalet amueblado en la parte alta de la playa a su alrededor no había más casas. Era un sitio privilegiado. Mi amigo dejó la residencia de oficiales y se fue a vivir a la nueva casa.

Enseguida, libremente empecé a proyectar bocetos. Eran días intensos  que se trabajaba y disfrutaba de la naturaleza lejos del bullicio de las grandes ciudades. Entré en el círculo de las amistades de mi amigo –lo más selecto de la isla– chicas que cursaban estudios en Madrid o Barcelona.

Tenía  27 años, me había dejado barba para no tenerme que afeitar, era abandonado para mis cosas personales, pensaba que así pasaría  más desapercibido en la isla. Pareciéndome uno más de aquellos forasteros que por una causa o por otra estaban en la isla. 

Era un atardecer muy caluroso estaba sólo y sentía en mi interior cierta carga de nostalgia  y tristeza al pensar en la situación que se estaba viviendo en mi casa, y yo tan lejos.

Bajé a la playa y continué hasta la ciudad. En el puerto había barcos extranjeros y marineros que hablaban otras lenguas que me eran familiares y las comprendía.

En un bar del puerto entré y tomé una copa, era un ambiente sórdido, el mismo  que había encontrado en otras ciudades y países. El vicio parecía  tener un denominador común en todas partes, por lo menos en los lugares en donde había estado.  Siempre me había gustado visitar los barrios bajos de las ciudades en lo relacionado con el mar. Surgían en mi interior como lejanos recuerdos que me hablaban de viejas vivencias. Además encontraba mucha documentación para mi trabajo artístico. En aquellos ambientes la gente era más directa, sincera, había menos hipocresía, la realidad del mar era dura y no se prestaba para florituras. Si había dinero había alcohol  y sexo. Era la ley de la calle la norma que imponía la vida. Era gente marginada por la condición humana que yo sintonizaba con ella y pretendía comprender para darle forma en mi obra artística, y con ello elevar mi protesta.

En la calle o en las casas de vicio cuando algo me interesaba sacaba la libreta y hacía unos apuntes, en aquél bar no me gustaba el ambiente y me marché.

Un poco sin rumbo fijo caminaba por aquellas calles hasta que vi otro local de donde salían unos marineros todos eufóricos. Uno llevaba en la mano una botella, otro cantaba en ingles –eran americanos–, aquél local estaba más cerrado se dejaba ver que era un lugar de prostitución barata.

Entré, pedí una copa y me senté en un lugar retirado para tomarla. Giró la cabeza y veo en otro rincón un hombre que besaba a una mujer de manera obscena, la mujer estaba media desnuda y sus gruesos pechos le salían por encima del sujetador. Aquello  me produjo cierta repulsa y pensó en acabar mi copa y marchar.

Había mucho ruido y voceríos, una mujer le hablaba al oído a otra y dirigían la mirada hacía mí. Bajaron el volumen de la música y con ello el vocerío disminuyó. Se acercaron aquellas dos mujeres. Una  se quedó un poco retirada, la más alta se acercó a la vez que se abrochaba  el vestido que llevaba abierto enseñando pechos y piernas.
Meditaba sin comprender el recato de aquella mujer en aquél sórdido lugar. Tampoco comprendía en la forma mística que me miraba, casi de adoración.

– ¡Todo está fuera de lugar! –pensaba.  
–Lo he reconocido en su poder y quisiera hablar con usted, si me lo permite, –me dijo la mujer.
– ¡Conmigo! –pensé que me había visto por las calles o por el puerto dibujando y de eso me conocía– ¡Bueno! –le indicó con un gesto de extrañeza.

La mujer se había puesto nerviosa y su cara se entristeció y de sus ojos salieron unas lágrimas que intentaba retener.
–Tiene la bondad de acompañarme, –me dijo a la vez que con la cabeza hacía un gesto como indicando el lugar.

Sin comprender nada hice un gesto de aceptación y la seguí. Entramos en una habitación que estaba detrás del mostrador, allí había un viejo sofá, unas butacas y unas sillas. En la pared ropa de mujer colgada. Fotografías de artistas de cine que estaban en moda en aquellos momentos. Una bombilla colgada en el techo que daba un poco más de luz en la habitación  de la que había en el local.

Entraron dos mujeres más y cerraron la puerta, se sentaron en un rincón sin hacer ruido. La mujer que me había hablado en un principio se había sentado en el diván. Se puso a llorar, trataba de contener el llanto y no podía, cada vez su desconsuelo interior era mayor.

Sentí  en mi interior una extraña sensación entre ternura y amor hacía aquella mujer, poco habitual en esa clase de mujeres endurecidas por las circunstancias de la vida y con pocos escrúpulos en la mayoría de los casos.

–  ¡Va usted acompañado! –me dijo la mujer  que se había levantado del asiento.
Era alta y morena, tendría 25 años. Físicamente se la veía bien formada, volvía a entristecerse y llorar.

Yo estaba en suspense y no comprendía nada, miré a mí alrededor y no vi a nadie.

–  ¡Tengo mucha fe en usted! –señaló la mujer atrapada por el llanto.
Empecé a comprender, ¡me han confundido con un curandero...! –pensé.
–Tengo una compañera que se encuentra muy mal y los médicos no le dan confianza, tiene una enfermedad incurable. ¡Sé que usted puede curarla! –señaló la mujer llorando de manera desconsolada. En un gesto entre dolor y esperanza me abrazó fuertemente  apoyando la cabeza en mi hombro y llorando desconsoladamente me indicó.
 –Quiero mucho a mi amiga y sé que usted puede curarla, vaya a visitarla, está cerca de aquí.
Yo estaba totalmente confuso, no tenía palabras…
Surgió una pausa con un poco más de serenidad y la mujer me indica, –puede tener sexualidad conmigo, si lo desea y pasar la noche. No tendrá que pagar nada, –indicó la buena mujer llorando.

–No sabía cómo salir de aquella situación tan inesperada y cargada de emotividad. Cuando la mujer estaba un poco más serena le dijo, –yo no soy ese hombre que piensan y no las puedo ayudar, pues no tengo ningún poder. Soy escultor y he venido a la isla a descansar. ¡Como era cierto!

La mujer se separó y cerró los ojos, de ellos salieron unas gruesas lágrimas. Se sentó en el viejo diván y ocultó su cara entre sus manos, bajó la cabeza y por entre sus manos resbalaban unas gruesas lágrimas.

Hubo unos momentos de fuerte tensión en aquélla sala, un frío que cortaba  me  produjo un fuerte dolor.

Ya no hubo ningún suspiro más en aquella mujer, sí una fuerte crispación que la llevó a clavarse las uñas en la cara hasta soltar sangre.

Entré en una profunda meditación, un frío estremecedor cortaba mi corazón como un afilado bisturí. Era tan grande la  fe de aquella mujer y su total convencimiento que la verdad que le había indicado no le había servido para nada. Pero aquello era algo que no estaba a mi alcance. ¡No podía visitar a una mujer moribunda cuando bien sabía que no tenía ninguna solución para ella, tampoco disponía de ningún poder espiritual! 

No dije nada, sintiéndome  muy mal baje la cabeza y di la vuelta hacía la puerta. Ya no hubo más comentarios, ninguna palabra más. Las dos chicas que habían permanecido en silencio, en un rincón, se levantaron y me acompañaron  hasta el centro del local.

La copa que había pedido la tenía casi entera. Quise pagarla y no me la quisieron cobrar. Me marché de allí con la cabeza baja y el corazón oprimido.
Sin rumbo fijo fui deambulando por las calles, de los locales salía ruidos y voceríos. Me llamó la atención un hombre sentado en el suelo cantando una hermosa canción de amor, en italiano. Aquello me hizo recordar al viejo amigo Torcal que se la había sentido cantar muchas veces. Me arrimé a una pared y estuvo escuchando.

El hombre levantó la cabeza y me miró, a la vez elevó el tono de  voz. Era una potente voz de tenor.
– ¡Es hermosa la canción! –le dijo cuando el hombre dejó de cantar. ¡Tiene una hermosa voz de tenor, además  cultivada!
El hombre se levantó del suelo en un gesto de acercamiento, a la vez que su mirada se dirigía a la mía.
–      ¿Es italiano? –le pregunto, por su timbre de voz.
–Sí, pero hablo español, estudie canto en el conservatorio de Madrid.
– Comprendí que estaba frente a un hombre culto y sensible que el infortunio de la vida le había dado una enseñanza, y le dijo. – ¡Parece que no ha tenido mucha suerte con su hermosa voz!
–En un principio sí, en nuestra profesión hay muchas envidias y favoritismos. Fui primer tenor en una compañía de ópera.
–  ¿Conoce a Torcal? –le pregunté después de una  profunda reflexión.
–   ¡Torcal...! ¿Lo conoce usted?
–Sí, somos amigos, soy un amante de la ópera, –le indiqué
–  ¡Es un traidor!
–   ¿Por qué?
–Fue con mentiras al empresario y pusieron a él en mi puesto.
–  ¡Me cuesta creerlo! –le indiqué.
–La fama y el prestigio está llena de mentiras cuando no de traiciones, –dijo el hombre con indiferencia…
–      ¡Qué me va a contar a mí! –Le indiqué esbozando una sonrisa– Vengo  de Londres, vine a la isla a pasar unos meses de relajación para serenar mis nervios frente a la fuerte presión que produce el mercado del arte.
– ¿Pintor?
–No, escultor.
–El hombre esbozó una sonrisa y me miró a los ojos, –yo estorbaba, me fueron quitando de los repartos. Para alejarme me ofrecieron un trabajo en un trasatlántico de lujo para millonarios. En él se hacía una representación de ópera cada noche. Con esto recorrí el mundo, surgieron cambios y suprimieron las representaciones de ópera y me ofrecieron otro trabajo de animador de orquesta.
–      ¿Y se quedó en el barco?
–Sí, tuve problemas. Luego  tuve un accidente  me rompí una pierna, entré en un círculo de negatividad y... 
– ¿Y ahora que hace?
–Trabajo en aquél mercante, –a la vez señalaba con la mano hacía el barco– mañana marchamos.
– ¿Qué trabajo Tiene?
–En mantenimiento.

Me despedí de aquél hombre. El encuentro me ayudó a liberar la conciencia de la carga que me había producido la experiencia vivida con aquellas mujeres.

Cogí el camino del puerto, luego el sendero que iba a la playa, subí por las rocas hasta llegar a la vivienda estudio.

No entré en la vivienda subí por unas rocas que había en la parte de atrás de la casa y llegue a la terraza. Una amplia terraza que ocupaba toda la construcción y que recogía el agua de la lluvia. Era un lugar seco y escaseaba el agua y había que recogerla.

Confuso, me senté en un rincón de la terraza, dejé resbalar la vista hacía la lejanía, la visión  retornó al puerto atraído por los reflejos de las luces que producían las barcas ancladas. Un extraordinario efecto de color que ya había pintado varias veces aquella panorámica que por las noches me producía una alta vibración que me arrastraba a lejanas emociones que había vivido en el acantilado, donde había tenido el estudio al aire libre. 
 
A pesar de las altas temperaturas un frío desconsolador corría por todo mí ser, me acurruque en el estrecho espacio existente que había entre la chimenea y la pared de la terraza y me recogí todo lo que pudo para reducir masa. Deseaba no existir, no ser. Unos lastimeros gemidos me arrastró a un profundo llanto. Con los brazos sujetaba las piernas  contra el pecho para controlar toda reacción nerviosa dada la fuerte presión física que había en mi interior, surgieron unos ahogos que me impedía él respirar y fui perdiendo conciencia. Así, sin pensar, sin sentir y sin saber él ¡porqué! Quedé atrapado por una especie de letargo o trance.

Las luces de un nuevo día me sacaron de aquella situación. Sentí una fuerte reacción nerviosa, convulsiva. Calor en todo mi ser y una voz que sonaba con fuerza en mi interior.

–   ¡Este es el nuevo amanecer de tu vida que te marcará el sendero a seguir, el de la mediúmnidad! –Indicó aquella voz–. Aquella buena mujer había sabido ver en tu interior la fuerza espiritual para curar a su amiga. Si la hubieses visitado se hubiese serenado y encontrado consuelo.
– ¡Ya no tengo ningún poder, y...!
Frente a tu ceguera espiritual tendrás pruebas muy dura que te obligaran a dar salida a esa energía, y sin pensar, abrir puertas a la clarividencia y al trance. En esos momentos yo estaré a tu lado, –indicó aquella voz.
– ¡Cómo!
–Tu momento ha llegado, los cambios serán operantes.
– ¡Gloria! –indiqué atrapado por un fuerte desconsuelo.

Un estado de fuerte tensión nerviosa se apoderó de todo mí ser. Mi conciencia racionalista no canalizaba y me costaba comprender la situación en que me encontraba    –tampoco lo deseaba– iba detrás de las glorias terrenas que me podían dar los hombres.

Como ser racional y consciente no lo quería comprender. Ya mi espíritu manifestaba aquellas enseñanzas poniéndome por delante de mi racionalismo un camino que inevitablemente tenía que seguir –ya al precio del dolor– del contrario sería arrastrado despiadadamente.

Sentía  a Gloria, tenía una fe ciega en ella, todas las indicaciones que me había hecho se habían materializado. Me hablaba de un amor intemporal, fruto de un proceso y de un trabajo interior a través de un aprendizaje terrestre y de las reencarnaciones. Gloría había sido un amor de mi adolescencia, Había desencarnado en plena juventud.

Todo se tambaleaba en mí interior  en aquella encrucijada de los sentidos que me obligaba a coger un camino que  conscientemente no quería emprender. 

                                               Unos días después

Durante unos días me sentí  mal, confuso, mi estado me  llevó a mantener cierto aislamiento con mi amigo y con la gente que en aquellos momentos mantenía cierta relación, –esto  se desenvolvía en Agosto del año 1.960–.

Pasé unos días atrapado por un profundo mutismo y aquella mañana en solitario salía a pintar al campo. Ya nada era como antes, sentía un desasosiego y no tenía calma para pintar. La naturaleza, la propia belleza artística que tantas tardes de gloria me había dado me hastiaba y tuvo que dejar de pintar.

Las palabras de Gloria y lo sucedido con aquellas mujeres me presionaban muy fuerte, por más que me hacía preguntas  no tenía respuestas. ¡Habían visto aquellas mujeres marginadas por la sociedad  en mí el suficiente poder para curar a la amiga enferma!

Meditaba  atrapado en una fuerte confusión, situado en el pedestal en el que se encontraba mi ego pisando el mundo físico a grandes zancadas –pensando– que en mis manos y en mi mente en mi fuerza creadora estaba el fiel de la balanza. El orden regulador de mi propio desarrollo y destino. ¡Vaya mezquindades las humanas!

–Y las palabras de Gloria, – ¡Sí hubieses ido se hubiese sentido confortada, tendrás pruebas muy duras que te arrastrarán!  La confusión cada vez era mayor. Atrapado por mis meditaciones regresé a la casa estudio.

– ¡No has pasado por el ateneo! –me indicó mi amigo al llegar.
–No, he salido a pintar.
– ¿Qué has hecho?
–Nada, me cuesta pintar.
–Veo que hace unos días que hay algo que te está torturando.
–No, nada, estoy un poco decaído, –le indique sin querer entrar en comentarios sobre mi situación que tampoco iba a comprender ni sabía cómo interpretarla.
–Ya lleva días que Elena me está preguntado por ti.
–Mañana iré, –le indique para cortar aquél comentario que no deseaba tener.

La mañana siguiente era calurosa, igual que todos los días de aquél tórrido verano. En el ateneo era el lugar de costumbre en donde se reunía la flor de la isla. La juventud más revolucionaria. En general estudiantes que cursaban sus estudios en la península. Era el brazo fuerte y esperanzador de una juventud luchadora que buscaba la libertad y la libre expresión, era una lucha continuada y frontal contra la dictadura.

Yo meditaba en silencio alejado de aquella muchachada, de sus alegrías proyectos y esperanzas. Sin comprender aquella situación en la cual me encontraba involucrado. Tampoco las indicaciones de Gloria que me hacía llegar desde el lugar en que se encontraba con indicaciones sobre acontecimientos futuros que me hacían cambiar el rumbo de mi vida y mi manera de sentir y pensar.

No podía comprender que la simiente de mi mediúmnidad ya había sido sembrada desde mucho tiempo atrás. Tal vez desde vidas anteriores, –según las indicaciones de Pepe, el hermano de Gloria que era psiquiatra. En aquellos momentos se encontraba en Estados Unidos en un centro de investigación parapsicológica–. Mi conciencia humana y temporal no me permitía comprender que las ambiciones humanas eran lo más negativo para la evolución y desarrollo interior que se iba a imponer en mi vida.

Siempre que surgen emociones surgen los apegos, los apetitos, los deseos, las pasiones que llenan de nervios de inquietud y ansiedad. Y, con el tiempo deja en el interior del corazón el amargo sabor de la derrota, –me indicaba mi amigo Pepe–. ¡Tienes que desarrollarte como médium!

Otros acontecimientos iban surgiendo que cada vez más estaban haciendo cambiar el rumbo de mi vida. Eran como velos que al separarse se abrían caminos inesperados por los cuales tenía que circular mi vida sin las falsas glorias que se desarrollaban en mis emociones humanas.

Ya era el mes de Agosto y un extraño malestar se apoderaba de mi sentir, seguía inquieto y confuso, deseaba que finalizara aquél mes para seguir mi camino. Volver a Londres y seguir con la preparación de la exposición de Nueva York, que ya llevaba tiempo en ello.

Aquella noche no había podido dormir, no tenía calma. Un estado de fuerte ansiedad me atrapaba. Por la mañana recibo un telegrama de mi casa materna. Un calambrazo sacudió muy fuerte mi ser, un frío de muerte atravesó mi alma, al cogerlo en las manos un fuerte impulso me llevo a apretar con fuerza los dientes y mis ojos se llenaron de lágrimas.

–Cejo ya se ha liberado de la materia, –una voz dulce me hablaba al oído.
–Había cerrado los ojos y los abrí, en mis manos tenía aquél telegrama que ya no me producía escalofríos, me daba calor y sosiego.
–Lo abrí, ya indiferente.
–Cejo ha muerto, Jaime.

Me senté para meditar y eleve un pensamiento de amor, pedí que encontrase el sendero apropiado. Tenía 24 años y una vida material sin vivir. Había nacido enfermo, un año atrás había tenido una embolia y permaneció algún tiempo en estado comatoso y cuando salió de aquél estado estaba atrapado por un fuerte estado de amnesia. Había perdido en su totalidad la memoria. Jaime con paciencia y cariño le había enseñado a conocer escribir y leer, pudo volver al trabajo a la gestoría. Desencarnó en un estado de total lucidez.

Aquél fallecimiento y las causas que le siguieron determinaban mi situación y el desarrollo de la mediúmnidad, algo que llevaba años rechazando y que cada vez se imponía con más fuerza en, los caminos de la vida.

Han pasado 50 años desde que se desenvolvieron estos acontecimientos, que hoy presento a los amigos lectores con inmenso cariño. Y, con el deseo que estas vivencias que presento se tenga en cuenta como personal, valorativa en el desarrollo de mi vida que me llevaron al desarrollo de la mediúmnidad. Una verdad que tanto rechace  en mis años mozos, y con el correr de los años fue el sendero que determinó  mi prueba humana  en mi misión terrestre.   14-Sep-10


                     La consulta con los espíritus.

Con los medios más rápidos que encontré volví a la casa materna. Cuando llegue ya habían pasado tres días, a Cejo ya le habían dado sepultura.

Empezaron a surgir fuertes conflictos en mi familia. También en mi personalidad y en mi cerebro un total desajuste que me  llevo a buscar en lo más alto del saber humano ayuda, consiguiendo un rotundo empeoramiento. Atrapado por un total desajuste volví a salir del país, pronto volví derrotado. Simplifico  para que sea valorada la ciencia celeste y no mi pobre ignorancia humana  unida a una prueba que tanto me costaba comprender al romper con mis glorias terrenas.
Mi deterioro iba en aumento, y siguiendo la misión de mi alma me llevó al encuentro con un médium, Amalia.  Me ofreció una consulta y uno de sus guías espirituales me atendió. En su vida física había sido sacerdote y médico naturista.
Me cogió las manos y su energía me quemaba, esbozó una sonrisa y me dice,           –Tienes que desarrollarte como Médium.
– ¡Cómo!
–Sí, esa es tu misión. Tienes mucha energía y tu misión humana es trasmisora. Al seguir así en menos de cinco años estarás en un psiquiátrico.
– ¡Eso no es posible!
–Sí, lo es,  será. Si no ahora será en otra materialidad. ¡Y será ahora!
Guardé silencio dentro de aquél desgarro que se producía en lo más profundo de mí ser..., y pensé. ¡Qué hago!
–De momento dejar de tomar toda la química que te recetaron los médicos materiales si no quieres destrozar tu cerebro, con ello, acelerar tu entrada en el manicomio.
Una sonrisa burlona hizo un estallido en mi interior, no estaba enfrente de los psiquiatras que podía leer en sus mentes y comprendía la confusión en que estaban
Mi desarrollo como médium fue largo y duro. El primer guía que se presentó fue mi maestro en la escultura. Se quedó como introductor. ¡En su recuerdo elevo un pensamiento de amor y gratitud!
“palabras y acontecimientos que determinan” llego al final de un camino, de un ciclo de mi vida. Era el año 1.960, por lo tanto yo tenía 27 años.


Ha pasado ya medio siglo, todavía hoy hay muchos acontecimientos que me cuestan situar en su debido lugar, que lo más imaginativo de la creación de la mente humana está muy lejos de comprender y asimilar los poderosos caminos del espíritu que determinan los senderos a seguir a través de los siglos. Digo siglos, pues, yo hube de haber desarrollado la mediúmnidad reencarnaciones atrás. Tuve que ser sacudido en la parte más profunda de mí ser carnal para que la venturosa ley determinara.

Gloria, el amor imposible, muerto en la tierra antes de vivir su esencia, iba a ser un manantial de ternura y comprensión desde el nivel en que se encuentra a lo largo de toda mi vida, fue un consuelo intemporal permanente, un apoyo incondicional en las largas noches de mi vida, apoyo espiritual en todo momento. En la parte material quedaba Candi, un amor intenso terrenal, torturado y torturante, duro, posesivo, atrapado por fuertes pruebas y cargas de existencias pasadas, descontentos y recelos que iba a atravesar mi vida durante medio siglo. Iba a ser otro punto determinante en mi desarrollo y destino. 

El inicio lo marcaba la muerte de cejo, de manera posesiva y torturante fue el camino que me llevó al encuentro con el médium que empezó mi desarrollo. Todo un bendito camino que hoy puedo ver con amor y gratitud que abrió inesperadas puertas en lo más profundo de mi sentir. Hoy bendigo mi mediúmnidad y elevo mi gratitud por la ayuda que me dan estos espíritus que me asiste que llenaron de contenido mi vida.
Hoy día 14 de septiembre de 2.010, deposito este comentario en “los caminos de la vida”, medio siglo después que se iniciara mi desarrollo. Que sirva de orientación para las nuevas generaciones en este proceso de la vida siempre continuador.
Manolo