jueves, 27 de diciembre de 2012

La manifestación artística y el espiritismo


La manifestación artística y el espiritismo.
Desde niño y dada mi  vocación  antes de que aprendiese a leer o escribir, incluso  andar, ya dibujaba pintaba y modelaba; algo que para mí era normal y lo hacía con los ojos cerrados; aquello me recogía en mi niñez  y me hacía comprender que yo era distinto a los demás niños. Tenía diez años y siguiendo el impulso de mi vocación entré en el estudio de un escultor; me puso en una mesa en donde había barro, me trajo un modelo de yeso simple de esos que se ponen a los aprendices y me indicó que lo modelase.  Aquello para mí era fácil; al poco rato  vuelve a pasar el maestro, me miró con cierta extrañeza y me dice,  – ¿dónde has aprendido a modelar...?
Comprendí su confusión y le indique que en ninguna parte, como era cierto; comprendía que no me creía.  Me trajo una figura de yeso “la Venus del Milo” y me señaló que la modelara; los resultados para el maestro eran sorprendentes, para mí era algo normal. Así empezó mi inicio como profesional en las artes plásticas, el largo  aprendizaje en los duros materiales como la piedra madera o mármol y la efervescencia de la juventud y sus ideales de las glorias terrenas hicieron difuminarse  una parte en mi estado consciente del contenido de la expresión mediúmnimica. Ello en buena medida me ayudo a retener aquella energía que me quemaba por dentro, por más que  intentaba desembarazarme de ella a los 25 años me pegó el trallazo y me tuve que desarrollar como médium. Fue cuando pude comprender que nada se había iniciado con aquél puñado de barro que mi maestro en la escultura había puesto en mi mano de niño; tampoco que era la primera vez que recibía sus enseñanzas, que entre nosotros  había una comunicación que había ido rodando por los siglos terrenos, que nuestro arte había quedado grabado en la dura piedra como enseñanza viva de la historia de nuestra humanidad.
En el siglo once como escultores habíamos trabajado en el impresionante Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela. Ciudad de mi última materialidad, donde tendré que tomar materia en el correr del tiempo. No solamente nuestra relación estuvo movida por el arte, resbaló por otros senderos del saber en distintos planos de existencia. En la actualidad es el guía introductor en mis trances, Francisco. A él le dedico mi gratitud, mi cariño, mi mediúmnidad para que desde el Hogar nos siga fecundando en bien de la misión de nuestra alma  en nuestra labor terrena; un abrazo y mi profundo amor, Manolo

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