domingo, 3 de junio de 2012

Siguiendo el sendero

                                       
                                      8,  Siguiendo el sendero

Ya de vuelta, Luisa tenía preparada la cena en la mesa, estaba triste y llorosa, se sentía decaída y mal. – ¿Cómo se encuentra…? –le pregunté a la vez que tenía hacía ella un gesto de ternura.
–Me siento muy mal por lo que ha pasado, –Luisa puso las manos a la cara para ocultar el llanto, –no lo hice con mala intención.
–No se preocupe, la comprendo, –le indique para suavizar aquél mal estar que tampoco tenía por qué ser.
–Yo sé que no me quieres, que tienes mujeres jóvenes y cultas en tu entorno, de carrera y buena economía y no me necesitas a mí. ¡Yo solamente intentaba pasar un rato de entrega a tu lado…! Me siento sola y desdichada y me duele lo que puedas pensar de mí, que soy una cualquiera…
–No, nunca he pensado eso suya, me gusta su naturalidad en el sentir y la total entrega que tiene con su hijo y con la casa.
Ya era tarde cuando me recogí en mi habitación, ya tenía todo preparado en el estudio y sentía un profundo vacio…No quería pensar sobre los muchos acontecimientos que me habían sucedido a lo largo del día. Tampoco podía reconciliar el sueño y recordé el sobre que me había dado Candi. Lo abrí, dentro había unas fotos y unas cuartillas escritas, recuerdos que producían nostalgias sobre horas compartidas llenas de ternura, unas, otras tristes y desconcertantes, todo ello se desarrollaba dentro del escenario de la vida en aquella lucha de deseos pasiones y ambiciones artísticas de juventud.


                         

                                      
                                             Yo quisiera…
                                               ¡Seré loca!... 

“Desgranar una canción de estos amores, tan sublime y primorosa, de tan dulces y suavísimos sabores, que por vegas y por mares, por sembrados y colladas resonará como un cantico divino del cantar de los amores…
Hierbas, flores, versos y fotos, reunidos en este álbum, a fin de que la lengua viva de las cosas, hable el alma y la nostalgia intima y caliente monólogo del recuerdo.
Humildes flores y ramitas secas de nuestros campos gallegos, “d´estos lares milagreiros” de los caminos y cunetas de nuestras carreteras de acuarelas. Hierbecillas que se agigantan como árboles copudos para cobijar el desgarrador sollozo de la saudade. Por eso están aquí incrustadas a nuestra imagen, al lugar, al momento que la máquina fotográfica hizo perdurar aquél momento. Están como guardianes fieles de un tesoro que no debemos dejarnos robar, de un sentimiento que no debe morir. Casi todas las fotografías son solitarias, reflejos de dos almas errantes, sedientas del refinado placer de la soledad, sin bullicio, en intimidad.
Tú al pie del crucero, y el recuerdo a tus espaldas, ya en el olvido, soñando nuevas obras, en un afán ansioso de superación.
Tú hombre que vas por el camino de la vida te detienes en un momento en la puerta de Santiago, como para consultar a la “rosa de los vientos” de tu incertidumbre, dejando, a la caricia de un buen sol, o, bajo la imponente nevada…
Tú y yo en el estudio, ante la obra de tus ideas creadoras. Tú y yo en un instante que contiene y encierra el manto dulce de la más dulce embriaguez amorosa… ¿Podremos olvidar alguna vez las horas trascurridas allí?
Unas fotos solitarias, hechas en la mayoría en el campo…, con gusto de andar en solitario por caminos y campos. –En mi sola me recreo, en la belleza infinita de mis emociones; en el mundo agitado y sereno de mis ideas, con mis fantasías…Con toda mi vida –llaga y flor– que no cambiaría por ninguna vida del mundo. Soledad en estas imágenes, embebidas de naturaleza; ofreciendo el hechizo sensible del paisaje, de una fuente, de un maizal, de una sepultura…
Quise agavillar estos recuerdos en un “ramalliño”, quise guardar en él, aprisionar en él, nuestras almas para que vayan por la vida –paralelas–, si no fundidas como un solo hito de luz, cantando con el poeta, en la excelsitud de la noche, patrimonio divino y enardecedor de los artistas, de los soñadores y los amantes.
Noche, poesía, locura de amantes. Todo a de servirnos en esta ocasión. El triunfo es seguro si vibra el amor. ¡Vivir y adelante…!
¿Quién podrá vencernos, si es nuestro el amor? Conservo en un entrañable álbum de fotografías, tus dibujos y proyectos que recogí de tu estudio. Al pie de cada uno he escrito la razón del porqué los conservo. Así, no olvidaremos nunca que antes de llegar a encontrarnos TÚ y YO –el amor–. Hablaron la escultura y el poema, el arte en su profunda expresión”.
Hice una relajación para serenar mi mente, que se encontraba atrapada como en un circuito de alta tensión. El sobre que me había entregado Candi, en la despedida. Las vivencias que acababa de tener con Luisa ofreciendo su cuerpo. El cura, con su apostolado cristiano. La visita en gobernación y el comportamiento inquisidor y autoritario del secretario del gobernador.
Por encima de todos aquellos recuerdos y emociones algo palpitaba muy fuerte en mi interior haciendo cambiar la manera de ver sentir y de enfrentarme a los acontecimientos temporales de la vida, era Gloria. Solamente la había visto tres veces, y era como si hubiese tenido muchas vivencias anteriores con ella. Más todavía, era como si fuese una parte de lo más profundo de mi sentir. Con aquellos pensamientos y viendo la imagen de Gloria en la pantalla de su mente me  quede adormecido.
A la mañana siguiente me levanté pronto, ya tenía todo recogido, lo único que  llevaba era el maletín que me habían hecho los compañeros en el cuartel, regalo del capitán.
– ¿Ya te vas? –me preguntó Luisa al verme en el pasillo.
–Sí, ahora hay un tren.
–Me  despedí cariñosamente de aquella buena mujer que a su lado había vivido días de fuertes experiencias, de ayuda y cariño, nos  abrazamos en total silencio cogí mi maletín y me marché. Atrás quedaba en aquella ciudad mi obra artística de juventud; mis vivencias, los cambios que se estaban gestaban en mí alma que hacían cambiar el rumbo de mi vida…
Confuso, atrapado en mis meditaciones me encontré en la estación cogí un tren y al mediodía ya estaba en el cuartel en donde estaba haciendo el servicio militar. Me  incorporé a mis obligaciones con la patria; los primeros días fueron muy confusos, atrapado por añoranzas y deseos de libertad. Por otro lado, proyectos de futuro que me alejaban de todo lo que realmente amaba y deseaba.  Era el precio de mis ambiciones, de mis triunfos y glorias conseguidos con mi arte… Mientras que la soledad y la tristeza minaba mi interior; a los pocos días de la separación recibo una carta de Candi envuelta entre luces y sombras y atrapada por las dudas.
 “Mi querido amor: No sé lo que Dios tendrá dispuesto en nuestro destino. Tal vez la comunicación entrañable y espiritual de este sentimiento que hoy nos empapa, cualquier día se disipe como un perfume derramado o una flor seca.
     Tal vez algún día seamos indiferentes, extraños a estos sentimientos dulcísimo y si nos acordamos de este fragmento de nuestras vidas, lo hagamos como se recuerda un sueño..., vagamente, sin vitalidad ni relieve. Talvez...  ¡Qué sé yo lo que puede ocurrir! Pero el presente, por lo que a mí respecta, es una llaga viva que llena de doloroso placer toda mi existencia. Para ti y por ti pienso, trabajo, añoro, rezo, rezo, sufro y espero...
      Todos mis minutos están llenos de tu querida imagen, de tus manos…. ¡Tus manos milagrosas, creadoras! Tus palabras, tus silencios, y mis deseos de verte  no son menores a los tuyos, necesito de ti para creer. A veces a un pienso en aquellas cosas que te confesé  en nuestro pase por el campo el último día. Son como pajarracos negros que me oscurecen la razón y la alegría.
Quisiera estar contigo en esas playas solitarias que frecuentas. ¡Contigo para siempre! Donde nadie pudiera envidiar ni imponerse a nuestra dicha, porque en medio del dolor propio de mi vivir, a tú lado sería feliz.
Es imposible el expresar todos los sentimientos, ahora mismo, al recordar los días que hemos pasado juntos se me llenan los ojos de lágrimas, no sé sí de ternura  de dolor o de nostalgia o de todo junto. Pero restriego las manos queriendo estrujar, retener algo que temo huya, dejándomelas vacías. Otras veces me imagino siendo aquella cabeza de mujer que tú soñaste brotando de tus manos.
      Mi busto provocó una pasional lucha de opiniones entre familiares y amistades. Yo me mantengo neutral exteriormente y sigo adorándolo por ser obra tuya y saberme encerrada en alma y deseo en él. A nuestro bebe le doy muchos besos, y todo lo que quisiera fundir en las manos del que lo tallaron.
Yo pienso que ya desvarío pensado en la entrevista en “nuestro banco”. En el agua que apagó mi sed de ti, para encender nueva e insaciable sed. Allí recordaremos nuestras primeras muestras de amor, bajo la luz clara de la luna. Y recordaremos el patetismo de unas lágrimas dolorosas y amargas. Cuando ya sentíamos y sabíamos de  nuestro amor quemando como una hoguera el corazón y la mente. Te escribiría así mil horas y no sabría decirte lo mucho que te quiero.
Toda expresión, todo arte es importante cuando el amor se adentra en el espíritu y lo embriaga. Y yo no puedo decirte más. He llenado el papel de naderías y no puedo dar forma a la verdad grandiosa porque atraviesa mi sensibilidad herida por la tuya. Si besas a mí alma te besas a ti, que estás llenándola.

Yo beso la luz que es lo mismo que va a besarte  a ti donde quieras que estés, y beso las estrellas que velan tus sueños, y beso mis recuerdos en donde tu imagen sonríe, habla, llora, se anima, trabaja..., y me besa”.

Aparte de la euforia epistolar poética  de Candi, de sus amores y esperanzas y las dulces horas vividas; todo se estaba desviando de los caminos que me había proyectado. Voces ocultas circulaban por el cuartel que iban de boca a oído, se retrasaba la licencia en tiempo indefinido. Problemas en Marruecos  con la pérdida de colonias ponía al ejército a punto para una intervención militar. Aquello me llevó a un estado de confusión, al no saber el tiempo que tenía que seguir estando  en el cuartel. Tenía que volver a dar un nuevo enfoque a mi vida  para llenar con algo positivo aquel inesperado retraso  que me rompía todo proyecto…
            
             Estos acontecimientos sucedían en mayo 1.956, un año que iba a ser determinante en el rumbo que iba a llevar mi vida, por algunos de los cuales tanto me costaba andar. Manolo, abril 2.012

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