viernes, 16 de septiembre de 2011

Oscuridad y dolor. 4

El dolor os ayuda   a que descubráis quienes sois, vuestra verdad, modifiquéis valores, pensamientos, creencias que os llevan al mundo experimental de la materia. Todas estas manifestaciones suceden para que aprendáis de ellas, alejándoos de falsas ilusiones  que generan dolor en vuestros sentidos corporales.

                                Oscuridad y dolor.                                            

                                           4    

      La humedad en aquella enorme mole  de barro de cinco metros de altura, el frío invierno y las ventoladas de aire que entraban por aquellos grandes ventanales sin cristales en la nave lateral de la iglesia en donde tenía que modelar el evangelista me quebró en mis  desminuidas fuerzas, ya muy debilitado por el duro trabajo que había hecho en el acantilado trabajando en la roca viva en donde había hecho las esculturas. También, en la mala alimentación que había tenido en el cuartel, todo ello quebró mí resistencia dando fuerzas a un reumatismo que me acompañaba desde mi nacimiento en mi prueba corporal

Mis piernas se endurecieron y las articulaciones se resistían al más pequeño movimiento, incluso, me costaba andar. Ya no podía subirme a los altos andamios para continuar trabajando en la escultura de aquél evangelista, en pocos días ya no podía andar, por las noches el dolor era intenso y para levantarme necesitaba ayuda.

–Te pondré una campanilla y si necesitas algo la utilizas, –me indicó Luisa que estaba continuamente pendiente para darme ayuda.

–Siento molestarla de esa manera, –le indique.

–Lo hago con cariño como si fueses hijo mío, te seguiré haciendo las frotaciones y pronto podrás continuar con tu trabajo.

Por las noches, antes de acostarse Luisa me hacía los masajes en la pierna con  una pomada que utilizaban en el medio rural y que había dado muy buenos resultados. También me calentaba paños para los pies y a mi lado pasaba muchas horas dándome atención y consuelo en aquellas horas oscuras, tristes. Eran horas duras, inesperadas, que me estaban tocando vivir con mis 22 años. Pensaba en mi madre, en mis hermanos, que detrás de una ilusión, de un ideal, los había dejado a un lado. Todo aquello iba minando moralmente mis fuerzas en mi búsqueda de ideales y fama.

Sin darme cuenta un nuevo sendero se abría para mi espiritu que me hacía comprender las pruebas humanas. También el desarrollo de una ley reguladora y justa que inexorablemente se imponía favorablemente en la misión de progreso. Siempre, inesperadamente aparecían unas manos que me daban consuelo y ayuda en mis horas tristes. –Siempre que sufras estaré a tu lado, –recordaba las palabras de Gloria y ello me hacía sentir una protección interior y consuelo en aquellas horas oscuras. También Candi, en todos los momentos que se lo permitía sus obligaciones estaba a mi lado, en unos tiempos en que la mujer  estaba muy limitada en la actividad social. No era normal ni estaba bien visto que una chica fuese a la casa de un hombre, tampoco que por la calle fuesen cogidos del brazo si no estaban casados. La entrada en un bar para una mujer aunque fuese con su marido estaba mal visto, la represión del sistema militar era fuerte y el clero era un buen aliado y colaborador. Candi en su liberalismo luchaba por unos derechos humanos, había roto todas las normas en aquella ciudad en donde era tan conocida y ello fue una gran ayuda para mi recuperación.

Los días iban pasando y cada vez iba quedando más atrapado limitado y reducido, me tenía que ayudar de bastones  para moverse por superficies planas. ¡No podía trabajar!

–Ya hablé con un medico  amigo, te espera en la consulta, te acompaño, –me indicó Candi.  

–Es reumatismo articular, –me indicó el médico después de una detenida consulta–. No te convienen los lugares húmedos y fríos.

– ¿Tiene algún tratamiento inmediato?

–De momento te daré inyecciones para bajar la inflamación y tener más movilidad, siempre tendrás molestias y debes situar tu vida en zonas más cálidas.

Aquél tratamiento me ayudo en movilidad. Ya me habían llegado voces por parte del clero, si no continuaba con el modelado de la escultura sería ingresado en un hospital militar. Me sentía atrapado, no sabía como hacerle frente a aquella situación ni tampoco como podría salir de ella. Mi mundo emocional y todos mis proyectos se derrumbaban en medio de una triste y profundo dolor físico y soledad interior.

En mis muchas horas de insomnio pensaba en mí amigo Pepe,       –Tal vez tenga  algún medio para darle movilidad a mis piernas–. Solamente habían pasado unos días y que lejos quedaba todo, aquellas horas de camaradería  y amistad. Con mucho cariño recordaba sus palabras –todo es temporal, la vida es un presente continuado con exigencias y determinaciones que hay que tomar sobre la marcha y de ello depende el desarrollo de nuestra salud  incluso de nuestra vida. El mundo físico es un mundo temporal y de aprendizaje y a través de él alcanzamos el conocimiento y la verdad interior que nos libera de nuestros sufrimientos–. Atrapado por la añoranza de los recuerdos me fui quedando adormecido.

Durante unos días no pudo ir a la iglesia a trabajar. Con el  tratamiento me iba recuperando –en parte– y con la ayuda de bastones pudo volver a andar. Candi me dedicaba todo el tiempo que podía, me había llevado una carpeta con escritos y poemas. También el libro “agua de mi fuente”, de poesía. Recién salido de imprenta, para que mis horas de insomnio las llenara con la lectura y que no fuese tan dura mi soledad y dolor. Candi se había tenido que enfrentar a problemas para los cuales como mujer no había sido preparada. Por ello, su rebeldía y su enfrentamiento frontal al sistema autoritario gobernante.

Aquella noche me costaba reconciliar el sueño y estuve leyendo en sus poemas y escritos, frescos, calientes. Escritos la semana anterior para el festival poético de la primavera en el cual era invitada de honor y tenía que hacer el discurso de abertura del certamen –a pesar del mal estar que había en su casa y de las responsabilidades que pesaban sobre su vida–, era una mujer optimista  y alegre. Siempre que le era posible ejercía la caridad y en sus labios siempre había unas palabras de consuelo para el necesitado y un poema en su corazón para cantarle a la vida. Aparte de su amargura ya enquistada  en su alma; en su cara siempre había una sonrisa que la envolvía en un encanto especial.

Por unos momentos, meditaba sobre las experiencias vividas con las madres, Gloria y Candi. Dos situaciones distintas desarrolladas en caminos divergentes. Todo en los últimos tiempos me estaba llevando a nuevas lecturas sobre la vida, los comentarios de mi buen amigo Pepe por si mismo iban cogiendo fuerza.

Inconscientemente la imagen de mi madre se manifestaba en mi mente. Su lucha para sacar los hijos adelante con la cruel muerte del republicano finalizada la guerra, la pobreza y la falta de alimentos en la casa. En medio de aquél dolor corporal en que me encontraba determiné, –siempre que mama me necesite estaré a su lado–. Llevaba medio año sin estar a su lado, antes de iniciar el nuevo sendero ya con la licencia pensaba pasar unos días en la casa materna a su lado y de los dos hermanos  que seguían estando a su lado.

Eran las tres de la mañana y seguía recostado en la cama, tenía una mala postura que me producía dolor, mientras que mi mente galopaba por los senderos de los sentimientos mi cuerpo estaba allí rígido, inmóvil, en aquella cama. Al quererme mover para estirar las piernas el fuerte dolor me arrancó unas gruesas lágrimas, que dado el estado emotivo en que me encontraba me hizo sentir atrapado por una profunda pena,  me quedé sin moverse con la luz encendida.

–Recordé a Gloria y sus palabras, –yo te ayudaré si te sientes mal en todo momento.

– ¡Qué razón tenía! –pensaba–. La ceguera más grande del humano la produce la ignorancia, la ayuda que hubiese tenido con Gloria si la hubiese dejado que me acompañara. También, si ella supiese como estaba vendría a mi lado. Un pensamiento de cariño se manifestaba en mi interior para Pepe  en recuerdos a sus palabras, –la vida física es de pruebas y gracias al sufrimiento que pasamos luchamos en busca de mejoras y conocimientos–. Las palabras de Pepe sonaban con fuerza en mi interior, me daban resistencia para soportar aquél dolor sin poderme mover de la cama.

–Es una prueba que tengo que pasar –pensé– si la acepto será más llevadero el dolor, atrapado por una profunda pena me quedé adormecido.

Cuando desperté ya era día, mis piernas ya las podía mover mejor y las dolencias habían descendido. Tenía la boca seca y amarga de la química que estaba tomando me sentía débil pero tenía cierto ánimo.

– ¡Me siento mejor…! –pensé inconscientemente. Recostado como estaba pensé en lo que había soñado aquella noche o sucedido, en el poco tiempo que me había quedado dormido. Tenía el instinto que alguna fuerza había intervenido en aquella mejora en la cual me encontraba. Pues, en mis estados conscientes habían quedado ciertas influencias. “Me veía en aquella misma cama, mi cuerpo estaba allí; mis huesos estaban como sueltos, separados, tenía una conciencia clara y veía mi cuerpo desde fuera, desde más alto. Cerca del cuerpo estaba Gloria, un tanto difusa con ciertas  transparencias, espiritualmente  había una atmósfera de entrega, de unión Sentí una fuerte vibración en mi interior y tuvo la sensación como si  flotase. Gloría seguía en el mismo sitio,  siento como si me dijese, –amor mío, espiritualmente siempre estaré a tu lado si me necesitas. Cuando nuestros cuerpos estén como está ahora el tuyo nos encontraremos en nuestra misión continuadora de la vida”.

–Sumergido en un estado de duermevela siento como si me hablasen al oído, –Te quedan por cumplir muchas pruebas materiales en la realidad en que te encuentras. Todo esto lo recordarás y lo comprenderás mejor con el paso del tiempo. Cuando tu mundo ilusorio de las pasiones y deseos se serenen y la experiencia abra las puertas del verdadero conocimiento. Ahora ya estás en tu cuerpo físico y te sentirás mejor.

Sentí en mis labios como una brisa, un beso, tenía la misma fuerza y materialidad como los que había sentido días atrás de labios carnales. El realismo de aquella  videncia o sueño me desconcertaba y me hacía meditar, ¡Algo hay real en todo esto! Por lo menos me encuentro mejor. Cada vez más las palabras de mi amigo tomaban fuerza, abrían en mi interior nuevos senderos de entendimiento que me hablaban de nuevos horizontes, estando en estas meditaciones siento que llaman a la puerta.

– ¿Puedo Pasar?

–Sí, pase Luisa.

– ¿Qué, te encontraste mal? Estuve pendiente al ver la luz encendida.

–No podía moverme para apagarla.

– ¿Y la campanilla? ¡No entré por si molestaba!

–Gracias Luisa, pero algo ha sucedido esta noche, –al hablar movía el cuerpo.

– ¡Parece que te mueves mejor! ¿Tienes tanto dolor?

–Me siento bien –le dije sonriendo a la vez que movía las piernas.

– ¡Gracias a Dios! –Indicó Luisa con una alegría que le arrancó lágrimas–. He pasado la noche rezando para que te encontrases mejor.

–Sonreí, – ¡Ya ve los resultados!

– ¡Cuánto me alegro! –indicó Luisa a la vez que se acercaba para besarme.

–Gracias Luisa, –pero no quiero molestarla.
– ¡No me vuelvas a decir eso, podías ser hijo mío por edad, te cogí mucho cariño y te quiero! –Luisa se acercó para ayudarme a levantarme.

–Me voy a levantar.

– ¿Te ayudo?

–Gracias, prefiero intentarlo  yo solo, –me destapé las piernas y las puse en el suelo, me puse de pie y di unos pasos.

– ¡Ya puedes andar! –me indicó Luisa a la vez que me alargaba la mano.

–Sí, –le indique a la vez que le daba un abrazo. –Por la tarde volveré a la iglesia para continuar con mi trabajo, si no lo hago, vendrán a buscarme para llevarme a un hospital militar.

Me recuperé y unos meses después recibía la licencia. En vivencias se encuadran estos relatos  desarrollados en el año 1.956. Ya definían el camino que iba a seguir mi vida en contra de mi voluntad y deseo al retirarme de mi ideal artístico en el cual me sentía atrapado por  vocación.  Manolo



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