lunes, 11 de julio de 2011

El encuentro

            Muy a menudo os equivocáis los humanos al pensar que el camino que hacéis es definitivo y no un medio, en él debéis experimentar, reconducir, aprender aquella asignatura que habéis determinado.

      Fue necesario el paso del tiempo, y mucho tiempo, para poder comprender el desarrollo de algunos acontecimientos que me llenaban de confusión a pesar que Pepe ya me había hablado sobre las reencarnaciones y las pruebas humanas, en aquellos tiempos me costaba asimilar  la fuerza de un destino que determinaba.

      La presente vivencia se desarrolló el 2-55, en aquellos tiempos el país estaba bajo el control de una férrea dictadura militar, yo tenía 22 años. En la actualidad estamos a 7-11, por lo tanto, han pasado muchos años, no solamente tiempo físico. El desarrollo de una realidad espiritual que me iba a llevar por senderos que yo no deseaba ir. La  presencia espiritual de Candi impulsaría mi destino al desarrollo de una mediúmnidad que siempre había rechazado...                          
                                           

                                              Vivencias 2     

                                           
                                                  
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                                     El encuentro, al píe de la cruz

          El frío era intenso en aquél final de febrero de 1.956, ya con noche y en la hora acordada me desplacé al lugar en que había quedado con Candi para nuestro encuentro material, en la plaza de Santa Maria, al pie del monumento que había realizado dos años antes. Al poco rato se acerca una mujer, era joven, elegantemente vestida, pelo largo, intuitivamente nos besamos, como si ya lo hubiésemos hecho otras veces.

           –¿Hace mucho que esperas? –me preguntó Candi con una amplia sonrisa.

           –No, acabo de llegar.

          –¿Cuándo viniste? Desde ayer que te siento cerca, –indicó Candi, como si ya hubiese habido un acercamiento material anterior.

           –Ayer a mediodía, tuve que hacer gestiones obligatorias y por ello quedé para esta noche.

           –Vamos, si quieres a un café acogedor para salir de este frío, allí se reúnen gente culta y del mundo del arte, hay un ambiente grato, –indicó Candi señalando la dirección con la mano.

           –Sí, vamos a donde tu quieras.

          Para mí fue una sorpresa inesperada aquél lugar, alguna de la gente que había allí ya la conocía, había vivido y trabajado dos años en aquella ciudad.

           –¡Hola Manolo!

           –¡Qué sorpresa, Braulio!

           –¿Ya os conocéis? –indiqué  mirando a Candi y luego  Braulio.

           –¡Claro! –indicó Braulio con un gesto determinante–. ¿Verdad Candi?

           –¡Sí, hemos trabajado juntos! –indicó Candi con cierta contrariedad. 

           –¡No  sabía que os conocíais...! –señalé  un tanto perplejo.

          –Vamos a aquella mesa que está mas  retirada y podemos hablar más tranquilos, –señaló Candi  con gesto incómodo.

          –Sí, vamos, –manifesté un tanto confuso, intuía que había contrariedades  entre Candi y Braulio.

          Pedimos dos cafés con leche –ya situados en aquella mesa alejada–, estuvimos hablando de arte y situaciones inmediatas, de vivencias personales, espiritualidad. Sin tocar la incertidumbre que había producido aquél medio año de correspondencia, todo parecía preparado y determinado en total normalidad.

           –¿Cuándo quieras empezamos con el busto que quieres que te haga?

           –Esto depende tuya, no quiero que dejes otras cosas por hacer mi busto.
           –Lo haré por las noches en mi estudio. ¿Tienes problemas en ir?

           –Yo, ninguno, –indicó Candi con una amplia sonrisa.

           –Mañana nos vemos, aquí mismo.

           Ya marchábamos, Braulio que seguía con su tertulia de amigos se levantó del asiento y se acercó. –Te tengo que hacer una entrevista para publicarla, indicando tú regreso a la ciudad, igual que hicimos al marchar. ¿Qué te trae por aquí?

           –Ya hablaremos, –le indiqué al ver que Candi se retiraba–. Tengo que hacer una escultura.

           –Ya nos veremos, –indicó Braulio muy afectuosamente.

          Acompañé a Candi hasta el portal de su casa, allí estuvimos hablando y surgieron momentos de cierta emotividad y confianza, que parecía manifestar continuidad de algo ya iniciado.

          En mi estudio, al atardecer del nuevo día empecé con el busto de Candi, también empezaron a surgir los acercamientos  y las tertulias. En el tiempo que había trabajado en aquella ciudad había conocido mucha gente, alguna relacionada con la lírica surgida en el entorno de Torcal. Con la presencia de Candi cogieron fuerza las tertulias y los acercamientos. Candi era muy conocida en la ciudad como poetisa. También continuaba el acercamiento con Nacri Mimi y sus hijos. Sobre todo, con Filo, que continuamente estaba a mi lado.   

           Cogieron fuerza las tertulias y los fines de semana se ampliaban hasta largas horas de la madrugada. Ya la juventud culta luchaba en la abertura de nuevos horizontes por una sociedad más justa, en la cual, el grito de libertad se empezaba a poner en la boca de la mayoría de los ciudadanos. En todas aquellas manifestaciones culturales y sociales había afinidad  con Candi, ello nos llevaba a caminar por senderos comunes y liberados.

          Las situaciones familiares y humanas eran totalmente opuestas, Candi  estaba sujeta a un complicado problema familiar, mientras que yo  era totalmente libre y esperaba la licencia para exponer en Madrid y seguir mis estudios de arte. Iban pasando los días e iba cogiendo forma su busto, Candi iba a diario. También iba surgiendo aquél sentimiento interior que cada día que pasaba parecía imponerse con más fuerza, surgió el inesperado acercamiento amoroso lleno de entrega y ternura y en el momento más culminante surgió una contrariedad, un silencio.

           –¿Qué té pasa? –le pregunté.

           –He visto a Braulio y quiere hablar contigo,  –indicó Candi un tanto contrariada–. Me indicó que pases por la redacción del periódico para hablar.

           –Iré en otro momento, estoy muy ocupado, es una vigilancia que tengo de continuo  en el trabajo, les urge la escultura y mientras no la coloquen no pueden trabajar en aquella zona del ábside.

            –Además de la entrevista quiere hablar contigo sobre una exposición promocional de artistas noveles, esa promoción ya la estuvo haciendo en poesía.

           –¿Tú colaboras?

          –¡No! –indicó Candi de manera cortante.

          –¿Qué té pasa con Braulio? –le pregunté al ver tanta contrariedad.

          Candi esbozó una confusa sonrisa a la vez que un gesto de contrariedad se dibujaba en su cara, aquello me dio una sensación mayor de sorpresa...

          –¡Entonces! ¿Qué pasa?

          –Nada, –contestó Candi con una media sonrisa–. Braulio es un buen periodista y mejor critico de arte. Es joven y le falta experiencia, como siga  por el camino que va acabará en la cárcel y sin licencia de periodista.

          –¿Tiene problemas con el sistema?

          –Sí, está en un enfrentamiento  frontal contra el sistema militar y la censura a la que está sometida la prensa a la hora de expresarse. Ya ha sido detenido y le han retirado varias veces la licencia de periodista.  

          –Sí, algo intuía en los comentarios que tuve con él en otras épocas, antes de ir a la mili.

          –El padre fue el fundador y director del periódico. Finalizada la guerra le detuvieron al no querer publicar los partes que le mandaba el gobierno militar provincial, en su periódico.

          –Ya me habló Braulio de eso...

          –Dada las malas condiciones en las cárceles allí cogió la tuberculosis y su salud se deterioró, por aquella quiebra de su salud le dejaron salir de la cárcel y a los pocos días fallecía.

          –¿Y el periódico? –le pregunté a pesar de conocer la historia.

          –Mientras estuvo en la cárcel el padre de Braulio el periódico estuvo sin salir a la calle. Hubo una huelga oculta en la empresa nadie quería coger la dirección del periódico.

          –¿Braulio que hacía en aquellos momentos?

          –Estaba estudiando periodismo en Madrid, –Candi entró en un fuerte nerviosismo mientras hablaba–. Era un periódico republicano y de corte revolucionaria en donde escribían intelectuales y colaboraban escritores de prestigio, como Valle–inclan, muchos de aquellos cerebros se tuvieron que marchar del país, otros dejaron la vida en la contienda  o fueron a parar a las cárceles, algunos fusilados. El gobierno esta pendiente de todo lo que se publica en ese periódico, por ello, te digo que tengas cuidado con lo que hablas. Estas haciendo el servicio militar y puedes tener dificultades si tocas el clero  o los militares.

           –¡Precisamente, eso es lo que más le interesa a Braulio...!

          –¡Cuidado!
 
          Hubo un silencio, la cara de Candi cambió de expresión. Le cogí las manos y me di cuenta que estaba nerviosa, temblaba. La besé  y la apreté contra mi pecho. Candi tuvo una exclamación de mal estar y un llanto contenido.

           –Los periodistas estamos muy limitados, cada vez más. ¡O te sometes al sistema o no tienes trabajo!

           –¡Hay que luchar por la libertad –indiqué con una expresión de desafío.

           –¡Yo lo hice! –indicó Candi con un gesto de crispación.

           –¿Qué Pasó?

           –Voy a dejar el periodismo, necesito ganar dinero. Tengo a mis padres enfermos,  bastante mal, y esto me  supone muchos gastos. Me ofrecieron un despacho administrativo  en el sindicato vertical, si quiero seguir dando ayuda a mis padres lo tuve que coger.

           –¡Ahí es donde está mi lucha, en una deuda que tengo con los republicanos y con mi padre!

          –¿Te vive?

          –No, en otro momento te hablaré de esto, –le manifesté.

          –¡Ten cuidado!

          –Tengo que hacer la escultura del evangelista gratis, por caridad cristiana me pagan la alimentación. Me vigilan para que esté con las manos en el barro desde que amanece hasta que anochece.

          –¡Lo tengo bien meditado! Escribiré poesía, eso no les preocupa a los militares ni a la censura. Consideran la poesía como un entretenimiento de mujeres caducas y depresivas, de adolescentes confusos  y con poca personalidad. No la leen y tiene poca censura, por ese camino se puede entrar dentro de la conciencia del sentir humano  y manifestar gritos de protesta que muerdan interiormente.

          –Lo conozco, se la lucha que mantienen los compañeros escritores, –le manifesté.

          –Mañana te traeré una carpeta con escritos y poemas, en ella puedes ver esta realidad que te comento, por ello te digo. ¡Ten cuidado con Braulio...!    

           2-56    Manolo.

 


     
 
  


 


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