Casualmente,
si algo surge al azar. En un atasco de coches en Barcelona me encontré con un compañero espiritista que llevaba
algún tiempo sin ver, mi sorpresa fue grande, dado que le tenía aprecio por la
mucha labor realizada en común. A demás, me había ayudado en mi desarrollo como
médium, en el centro espiritual en donde había iniciado mi misión muchos años
atrás. Me pidió que pasara por allí, que asistiese a alguna reunión, que se
estaban haciendo curaciones importantes, dando mucha ayuda en lo humano y
espiritual. Se realizaban materializaciones y estaba pendiente una lluvia de
flores que, posiblemente, sería el fin de semana. Que era cuando se hacían las
comunicaciones de trance. Le agradecí al compañero y hermano su comentario, a
la vez, que le prometía mi asistencia.
AMOR Y VIDA
En la manera
prometida aquel fin de semana pase por el centro espiritual que durante tantos
años había colaborado, del cual guardaba un profundo recuerdo, cariño y amor a
todos sus miembros, hermanos en caridad espiritual.
Ya todo estaba
preparado, el médium, una mujer de
mediana edad, ama de casa. Sentada en el centro de aquella amplia sala en donde
tantas veces había entrado yo en trance. Rodeada por la gente del grupo, mucha
gente era nueva que no conocía. Hubo unos momentos de profunda meditación y
elevación de pensamiento y el médium entró en trance, penetrando en un estado
de total inconsciencia. Era un gozo vivir aquella entrega en aquél grupo de personas que se habían reunidos
para hacer caridad en unión con los espíritus. Con aquellos seres que ya no
estaban en el cuerpo físico pero seguían vivos en conciencia y razón. Manifestándose
a través del campo mediúmnimico de una persona, para vivir experiencias del
mundo corporal.
Tanía, la
vieja espiritista seguía llevando la reunión, era la guía material que
establecía el contacto con los espíritus. Se manifestó la portera, a continuación un
guía espiritual que hizo algunas consultas curativas. Según las demandas que le
hacían personas que estaban en tratamiento con los médicos espirituales.
Ya realizada
las consultas hubo una abertura a la caridad espiritual. El guía protector se
retiro y empezaron a pasar espíritus, algunos preocupados por problemas que le
quedaron pendientes en la vida corporal. Otros, no conocían su situación y no
tenían conciencia de su realidad, espiritual. No sabían que materialmente se
habían muerto, confundiendo el cuerpo del médium con el suyo propio.
También se
manifestó un abuelo que en su vida física había sido espiritista. Desde su
mediana edad había perdido la vista, quedando completamente ciego –hacía poco
que había fallecido–. A mucha gente que estaba en la reunión no la había visto físicamente, en aquellos momentos desde el
astral con su vista espiritual y la energía material del médium pudo ver a toda
la gente que estaba reunida. Su corazón estaba lleno de amor y de gratitud. Una
sonrisa sentida y emocional con una respiración contenida envolvía a la gente
del grupo, los más allegados le abrazaron.
– ¿Cómo se encuentra, Padre? –le
preguntó Tania, su hija.
–Bien hija. – ¡Ya os puedo ver! –indicó el espíritu.
– ¿Necesita algo…?
– ¡No hija! –ya recojo la ayuda que me dais.
Al resto de
los asistentes le dio la mano con palabras de cariño, mientras de los ojos del
médium salían unas gruesas lágrimas, alguna gente del grupo –mayormente
familiares–, no pudieron controlar las emociones y lloraron, con dulzura y
amor. Fue un momento intenso, profundo, que rompía toda norma que manifestaba
el racionalismo humano.
Al retirarse
aquél espíritu quedó una atmósfera de paz, una profunda hermandad había en la
gente del grupo. A alguna gente las
conocía por primera vez, en todos había un sentimiento de entrega y confianzas.
Se manifestó
otro espíritu que al principio lo hacía en otro lenguaje, tuvo un gesto
oriental. Manifestaba fuerza, confianza y mucha paz. Sentí una fuerte
vibración, que comunicaba. Mentalmente le pregunté si venía con alguna misión
especial, a la vez lo vocalicé para los asistentes materiales. –sí, estamos en misión de servicio, para
dar ayuda y consuelo. Se acaba de estrellar un avión, está aislado y necesitan
ayuda para serenar la desesperación, hay hermano materiales atrapados por la
tragedia, necesitan apoyo.
–Podemos hacer
algo hermano para llevarles algún consuelo.
–Ya se lo estáis dando, cuando acabéis el
trabajo de amor y caridad que hacéis, elevar el pensamiento, los guías que os asisten
os darán indicaciones y el misericordioso Padre os reconfortará.
–Nos puedes
manifestar algo sobre tu identidad y misión, si es de justicia y ley hermano.
–Sí, soy oriental, un guía espiritual.
Enviado en misión para la ayuda en las tragedias humanas. Que la luz del
amanecer os asista y os fortalezca en la misión de caridad que realizáis.
Se retiro sin
que nos diese tiempo a hacerle llegar
nuestra gratitud, por su manifestación. Meditaba sobre aquél espíritu
que había pasado, a la vez, trataba de visualizar aquella tragedia. Envuelto en
meditaciones sentí un fuerte escalofrío,
miré hacía el médium como si me hubiesen arrastrado la vista a aquél punto, no
sé si lo hice con los ojos abiertos o cerrados. Pero sí, vi un campo de
energía, áurico. Continuando un cambio en aquella cara que iba cogiendo
juventud y lozanía, hasta manifestarse la expresión de Gloria rejuvenecida, con
tonos metalizados y diáfanos.
– ¡Glo…! –no
puede ser..., eché mano a la boca para detener la expresión. Cerré los ojos
para no ver y fue peor. Sentí su voz en
mi interior que me decía –es tu camino y
misión–, sentí como una caricia en
mi frente, a la vez, se difuminaba aquella expresión tomando la cara del médium su normal fisionomía.
Alguna de la
gente del grupo eran videntes, me
molestaba que entraran en mis
intimidades, pero así eran las pruebas en lo humano.
–Tenemos que cerrar el instrumento, dado que
ha tenido una fuerte sacudidura al utilizar su campo mediúmnimico para dar la
ayuda que nos pidieron, está muy debilitada. Que el Padre misericordioso nos
ayude en esta misión de amor y caridad que une a los hombres y los espíritus en
fraternidad universal. –con estas indicaciones cerraba el guía espiritual la
reunión, quedando pendiente los trabajos de ayuda que nos habían pedido que
realizáramos.
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