Las
enseñanzas, la ayuda, son siempre para hacer recordar, son un avivar de
rescoldos que hace que lo que duerme en la conciencia llegue al plano de lo
activo. No se puede enseñar sin un material, ya que todos sois canales
LA AYUDA.
Atardecía y
en un rincón recogido del jardín me senté en un banco que había construido
muchos atrás, deje resbalar la espalda hacia el respaldo de un mural en granito
que había realizado como muestra viva de mi realidad en aquella misión artística
que había traído para desarrollar en la tierra. Con los ojos cerrados fui
recorriendo los senderos de aquél lugar deteniéndome en la cabaña utilizada
para la reflexión como recogimiento espiritual.
Ya el
frescor de la noche lo sentía en mi piel, hice una elevación de gratitud y me
fui a recoger a mi morada terrena para descansar y seguir en mi misión en un nuevo amanecer, en el cual, el trabajo
espiritual ocuparía toda mi realidad.
Ya en la
cama hice mi elevación de gratitud y entrega y pronto alcance el sueño.
Inesperadamente me desperté alterado con unos fuertes dolores en las piernas
que no las podía mover, traté de darle unos masajes, sin reacción positiva, con
la ayuda de mis manos y en la postura que me encontraba sentado en la cama
apoye los pies en el suelo, intenté ponerme de pie pero no tenía soporte
físico. A pesar del dolor me sentía sereno y me acosté en mi intento de
dormirme y alejar aquél dolor que me costaba soportar. Por varias veces
desperté atrapado por el dolor, pero a pesar de todo me sentía sereno y bien yo
solo en aquél lugar.
Pedí ayuda a
los seres superiores, ya que al nuevo día tenía que seguir en mi misión de
ayuda terrenal, me quede adormecido envuelto por una hermosa voz de mujer.
“Tu misión
la estás realizando a través de la mediúmnidad, os entregáis al servicio de la
luz y ello dura las 24 horas del día”
Las primeras
ráfagas de luz entraban por las rendijas de las persianas en aquél nuevo
despertar en lo humano, ya no me dolían las piernas, tampoco las tenía
paralizadas. Me sentía bien y alegre, me senté en la cama y eleve una demanda de gratitud mientras que unas
lágrimas de felicidad resbalaban dulcemente por mi vieja y acartonada cara, al saber
que en mi deterioro humano todavía era útil a la ley de amor y que en algún
lugar estaba llevando ayuda y calor.
Manolo Carra 23-5-19