Siempre que
estemos preparados para recibir surgirá la enseñanza en el templo del alma;
allí donde nos encontremos, en la calle, conduciendo un vehículo, en la parada
del bus o en donde estemos en aquél
momento por conciencia o al azar en nuestro sentir. En cualquier lugar está la
fuerza del Creador que nos ayuda en nuestro despertar.
LUZ EN EL
DESPERTAR
Esta mañana
en el desarrollo de la actividad diaria tuve una hermosa enseñanza que ya a lo
largo del día me hizo meditar. Como toda enseñanza viva parte a través de la
naturaleza manifestando su fluir, enseñanzas que tenemos continuamente y muy a
menudo pasamos por alto al tener establecido de antemano unos valores sobre la
conciencia y el comportamiento humano.
Por causa de
desarrollo diario fui a coger el bus en un tiempo diferente al que generalmente
lo cogía. En la parada había una mujer que tenía la sensación que conocía, en
mi caso la duda se imponía. Como si quisiera abrir comentario me empezó a
hablar con una confianza que no me encajaba. Le mire a los ojos y pude penetrar
en lo profundo de su sentir y la fuerte enseñanza que aquella buena mujer había
tenido en el tiempo que no la había visto –que luego me di cuenta en su
despertar espiritual–. Aparte del dolor por la enseñanza vivida su corazón
estaba lleno de amor, en aquél su despertar en el espíritu del cual ella no era
consciente en su desarrollo humano.
Había sido
el dolor, el profundo dolor corporal el que había abierto aquellas áreas
superiores de entendimientos y aceptación, aquella liberación de la carga
humana que elevaba el sentir en esferas más
sutiles de gratitud en su despertar. Un cáncer, atrapado en otras patologías
había sido la causa de aquél su despertar, que la había fortalecido en su
desarrollo material y elevando su sentir en una manifestación de caridad que le
había abierto nuevos senderos en su realización.
Un
pensamiento de luz para estos hermanos que por alguna causa, más todavía por el
dolor encuentran su despertar en la misión del alma.
Manolo